La mala verdad

Crítica de Adolfo C. Martinez - La Nación

Alberto de Mendoza protagoniza este film sobre los oscuros secretos de una familia

Secretos y mentiras pueden instalarse en una familia y hacer estallar la cotidianidad hacia un fatal desenlace. En uno de esos hogares viven la pequeña Bárbara; su madre, Laura, y su abuelo Ernesto. El hombre es de apariencia formal y posee un autoritarismo que cae sobre el resto de su familia, y sobre todo de Bárbara, una niña de aspecto triste con poca concentración en su labor escolar y siempre temerosa ante cualquier situación de violencia. Poco es lo que puede hacer la sumisa Laura para que su hija despierte de ese micromundo que parece agobiarla. Sin embargo las actitudes de la niña no pasarán desapercibidas para su maestra y, sobre todo, para Sara, la psicopedagoga de la escuela, quien tratará de descifrar ese misterio que diariamente observa en Bárbara.

La historia girará constantemente en torno de esos personajes, pero se centrará en Bárbara, que en sus dibujos repite sistemáticamente la figura de una niña que va perdiendo su rostro. ¿Cuál es el motivo de su conducta? ¿Por qué siente un profundo rechazo cuando algún hombre desea acariciarle tiernamente la cabeza? ¿Qué siniestros fantasmas rondan por su habitación? Estas y otras son las preguntas que desvelan a Sara. El director y coguionista Miguel Angel Rocca supo insuflar a la laberíntica trama una gran sutileza y dotar a este entramado de un aire de misterio.

Poco a poco las charlas entre Bárbara y Sara comenzarán a revelar la oscura verdad que se esconde dentro de esa familia. Alberto de Mendoza, como ese abuelo de mirada altiva, realiza un muy buen trabajo de composición, en tanto que las labores de Malena Solda, de Carlos Belloso, de Analía Couceyro y de Norman Briski apuntalan eficazmente la anécdota. Pero sin duda es la labor de la niña Ailén Guerrero la que sobresale en esta madeja que permite una gran diversidad de comprensiones, lo que por momentos hace del film un producto de nada fácil digestión. Impecable en su fotografía y en su música, La mala verdad es, sin duda, un film para pensarlo con calma y para radiografiarlo con los ojos del alma.