La maestra de jardín

Crítica de Aníbal Perotti - Cinemarama

Un mesías moderno

Nadav Lapid explora la ambigua fascinación de un adulto por un genio precoz con la historia entre Yoav y Nira: un niño poeta y su maestra. Las fuerzas invisibles que fluyen, líquidas y potentes, en la película, son el eco de su sujeto: la poesía. El cineasta pone en valor el vacío: el vértigo emotivo de la misión que se impone la inquietante maestra que descubre al prodigio. A partir de este dúo original, Lapid formula una dura parábola sobre la sociedad israelí buscando los medios para representar una idea: la perturbadora presencia de un poeta, quizás un mesías, en el mundo actual.

El título en singular anticipa que no hay lugar para un poeta en la sociedad contemporánea. La película comienza con un programa de televisión que pinta a un país en decadencia con una anécdota sobre Hitler en pantalones cortos. En el plano final, el poeta precoz es portado por brazos adultos a través de un entorno acústico y visual al borde de la degeneración absoluta que remite al último Godard y a sus imágenes del patético crucero en Film Socialisme. Lapid utiliza la poesía para introducir una reflexión filosófica sobre el estado del mundo. La maestra de jardín amplía el marco de su extraña pareja para mostrar las relaciones que la sociedad israelí mantiene con el ejército, la invasión de resorts monstruosos en los balnearios del sur del país o una intensa discusión sobre la brecha entre askenazis y sefardíes. La película no responde todas las preguntas, pero las trata con agudeza y profundidad. El director pone en escena sus propias dudas: puntos de enunciación inciertos, encuadres que no contienen totalmente a los cuerpos, la cámara fija para los ojos o pendular con el marido de la maestra en el plano inicial.

El cineasta combina diferentes maneras de filmar de un modo sorprendente: planos secuencia sofisticados al ras del piso, a la altura de los niños, se alternan con una serie de hermosos primeros planos que confrontan a los protagonistas. Nira sufre por sentimientos contradictorios. A medida que avanza la película, su compromiso con el niño se torna perturbador. La mirada intensa y misteriosa Sarit Larry se enfrenta al rostro intrigante del pequeño Avi Shnaidman: la increíble dirección de actores de Lapid, sus elecciones estéticas fuertes, una banda sonora envolvente con contrastes de volumen y la obstinada alteridad de sus personajes singulares. Cine moderno que dialoga directamente con la poesía como reflejo sensible del mundo.