La luz incidente

Crítica de Walter Pulero - Cinergia

El duelo que se intenta evitar

Con La luz incidente el director Ariel Rotter nos entrega su tercer largometraje (luego de Solo por hoy y El otro), donde nos presenta un melodrama en blanco y negro inspirado en su historia familiar, construido de forma delicada y ambientado a mediado de los años 60.
La historia persigue a Luisa (Érica Rivas), madre con dos hijas que enviudó hace poco tiempo (su marido y su hermano fallecieron en un accidente), y a quien le cuesta elaborar el duelo por las pérdidas sufridas. Hasta que aparece en su vida de forma repentina Ernesto (Marcelo Subiotto), quien le ofrece con insistencia ser una familia. Pero no será fácil para Luisa transitar por el camino de la reconstrucción de su vida.
La luz incidente es magnífica. Cuenta con momentos visualmente sorprendentes, sobre todo a partir de la distinción de los encuadres cerrados dominados por marcos de puertas y ventanas, y los movimientos de cámara, que registran los comportamientos y aptitudes de los protagonistas de manera exquisita. Además trabaja de forma sólida muchas concepciones de la femineidad, a partir de gestos, modos y movimientos de los personajes.
La fotografía de Guillermo Nieto es otro gran acierto del film: todo su trabajo nos remite al cine argentino de la década del 60, donde se complementa con el arte de Ailín Chen.
¿Qué decir de Érica Rivas? Nuevamente sorprende. Con finura y elegancia nos retrata el desánimo y la desesperanza de esa mujer arrasada por la angustia interior. Y el trabajo de Marcelo Subiotto es revelador: logra momentos de sutil humor destacados entre tanta sensibilidad. Es notable la contención de los actores por parte del director para encarar tales roles.

Luisa aun cuenta con las heridas demasiado abiertas y no le resultará fácil en el nuevo camino que le toca recorrer. Ariel Rotter nos invita a acompañar a la protagonista por ese sendero, donde nada fue librado al azar.