La luz incidente

Crítica de Matías Gelpi - Fancinema

EL DUELO ES GRIS

Hay dos aciertos inmediatos de Ariel Rotter, fáciles de apreciar desde el comienzo de La luz incidente y que son elecciones previas al momento de filmar: la actriz principal, Erica Rivas, y el tono elegido para lo que quiere contar, un duelo.

Ambientada en los años 60, la película explora la vida de Julia (Rivas) luego de la muerte de su marido y de su hermano en un accidente de tránsito. Muertes que para la protagonista no sólo implican la desaparición física de sus seres queridos y el necesario duelo, sino también un reacomodamiento social de acuerdo a las reglas no escritas de aquellos años acerca del lugar que ocupa una madre viuda en una sociedad de inevitable machismo establecido.

Pero lo interesante del film de Rotter tiene que ver con la sutileza con que se encarga de contar la angustia. Mientras Julia se aferra a un tiempo que se le fue de las manos, el resto de los personajes (cierto pretendiente, su madre) intentan sacarla de ese hundimiento incómodo que es un símbolo para todos. En esta instancia la impecable interpretación de Rivas, y el juego de sombras, silencios y ausencias que propone Rotter logran lo mejor del film. En esta conjunción la elección del blanco y negro cobra sentido, o por lo menos deja de ser una elección caprichosa. Evidentemente el duelo es gris.

El único y mayor problema de La luz incidente se presenta pasando la mitad del metraje, cuando esta historia lineal de conflictos claros se demora a la hora de presentar resoluciones. La acción se ve detenida por momentos y las secuencias, más o menos simbólicas, terminan repitiendo la misma representación. Esta demora se convierte un poco en tedio a pesar de que al final, cuando retomamos el olvidado camino de Julia, la película termina por convencernos de su valor.