La luz incidente

Crítica de Ezequiel Obregon - EscribiendoCine

Una mujer entre sombras

La película del director de Sólo por hoy (2000) y El otro (2007) se concentra en la vida de Luisa, joven viuda que vive junto a sus dos hijas. La luz incidente (2015) es un film de notable delicadeza en la que se destaca Erica Rivas.

Tal vez porque la trama se desarrolla en la década del ’60, La luz incidente produce una sensación de extrañamiento en el espectador que sirve, al mismo tiempo, para hacer más fascinante a su criatura, una mujer joven que acaba de perder a su hermano y a su marido en un accidente. Ariel Rotter construye un ambiente nítido, níveo, que congenia con la figura de Luisa y se conecta con su soledad. Un universo plasmado en impecable blanco y negro, con acordes de jazz y delicados encuadres, cuya sensorialidad recordará a Lejos del paraíso (Far from heaven, 2002), otra lograda película de época que, si bien muy diferente, también graficaba las emociones de una ama de casa en tiempos pre-feministas.

Luisa no está rodeada de amigas, y al parecer llevaba una cómoda vida sin demasiados sobresaltos. Más allá de que la muerte de su esposo le provoque, además de una lógica tristeza, algunos desafíos económicos a futuro, es bastante evidente que su refugio y razón de ser está en las dos pequeñas que necesitan de su protección. En una primera salida social, Luisa conoce a un hombre (Marcelo Subiotto) que se deslumbrará ante ella. Mucho más adelante, su madre le hará saber que le resulta llamativa su soltería. Pero pese a esa observación, lo que la madre (la siempre efectiva Susana Pampín) señala es apena una mancha en la imagen que le ofrece este señor; para ella, lo suficientemente serio, acaudalado y caballero como aspirar al corazón de su hija.

Luisa está interpretada con sutileza por Erica Rivas, una actriz que comprendió que un gesto de más provocaría un desnivel que aquí jamás se produce. Esta mujer vivencia todo un drama interno, traducido en la película en planos que parecen suspender el tiempo. ¿Qué piensa ella de ese hombre, entre seductor e invasivo, que pide ingresar a su vida, hacerse cargo de las niñas, y transformarse en su esposo? Tanto en esta pregunta como en otras, la película responde con gestos, miradas, omisiones, o escenas que incluso abordan la comicidad, como aquella en la que él –al son de su guitarra- se presentará ante las niñas e intentará ofrecer una imagen paterna. De antología.

La luz incidente se nutre de una puesta clásica, económica en términos dramáticos, y por eso mismo de una potencia y solidez narrativa única. Personaje y contexto, marco y devenir psicológico, se aúnan en un relato sobre la pérdida, sobre el sentido de autonomía y realización personal que, como en las grandes obras, apelan a un sujeto para subrayar un estado universal. A la mencionada película de Todd Haynes podría agregarse como comparación a la Nora que imaginó el dramaturgo Henrik Ibsen en Una casa de muñecas, en la línea de personajes que trascienden el género para plasmar ese estadio de incertidumbre, conmoción y revisión de la subjetividad por el que atravesamos todos.