La luz incidente

Crítica de Diego Lerer - Micropsia

Una mujer viuda intenta superar el duelo y recomenzar su vida en este doloroso y a la vez estilizado retrato de época del director de “El otro” protagonizado por una excelente Erica Rivas.

Con un estilizado blanco y negro que recuerda al de ciertas películas de Michelangelo Antonioni y un cuidado en el diseño de vestuario y arte que por momentos la convierte en una versión minimalista y arty de MAD MEN, la nueva película de Ariel Rotter, LA LUZ INCIDENTE, es un retrato doloroso, íntimo y muy personal acerca de una mujer que acaba de perder a su marido y que debe enfrentar la crianza de sus dos pequeñas hijas con la ayuda de su madre.

Erica Rivas encarna a la protagonista, Luisa, una mujer que pese a su dolor nunca descuida del todo su buen vestir pero que, más allá de eso, se nota que le cuesta muchísimo superar la muerte de su compañero y se pasa gran parte del tiempo sentada o recostada y llorando mientras se ocupa de las niñas. En el medio de su dolor –que el filme retrata a la perfección, aún corriendo el riesgo de volverse un tanto moroso– aparece un hombre que quiere conquistarla y que, pese a distancia e intentos de poner paños fríos a la relación de parte de Luisa, no ceja en sus intentos, más cerca de convertirse en un pesado que no acepta un no como respuesta que el amoroso compañero que pretende ser y que tal vez lo sea.

Es que, bajo la óptica angustiada de ella, los intentos por momentos juguetones y payasescos de este elegante pero ligeramente sospechoso sujeto –que le promete la gran vida, aparece en su puerta en todo momento, la llena de regalos y la invita de viaje de un día para el otro– son un tanto excesivos y hasta incómodos. Ella quiere estar a solas con sus niñas y su dolor. Y en ese estado uno no siempre acepta de buen grado alguien que a toda costa quiera alegrarte la vida.

Esa rara, simpática y confusa relación es el corazón de esta historia, el que le da también cierto aire y liviandad a lo que es el retrato duro de una viuda reciente, que Rivas encarna con una elegancia y discreción propias de mujeres de otra época, que tratan de contener sus sentimientos, al menos públicamente. Encarnado muy bien por Marcelo Subiotto, el “pretendiente” le agrega una cuota de romance y humor, pero el actor también logra rodear a su personaje de un halo de misterio. ¿No será este un mentiroso, un chanta, un encantador de serpientes?

Otro elemento clave en el filme del director de SOLO POR HOY y EL OTRO es la fotografía en pristino blanco y negro de Guillermo “Bill” Nieto, la dirección de arte de Ailí Chen y el vestuario y peinados de Mónica Toschi y Emmanuel Miño, que le dan a LA LUZ INCIDENTE un aire estilizado y de época, como si más que ver una película que transcurre a principios de los ’60 estuviéramos viendo una hecha entonces. Esas cualidades de producción no significarían nada sin una carnadura dramática por detrás. Y esa carnadura –mesurada, pausada, pero carnadura al fin– está, se siente y por momentos se transforma en genuina emoción.