La lluvia es también no verte

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

La novel realizador Mayra Bottero apunta con “La lluvia es también no verte” (Argentina, 2015) a los sentimientos cercanos sobre una herida abierta que sigue doliendo cada vez que se la menciona.
Porque la tragedia de República de Cromañon aun permanece en el imaginario como una daga que nos hace replantear no sólo la pérdida de 194 vidas y más de 700 seres que padecieron desde esa noche una amenaza sobre ellos, sino que nos abre una vez más la necesidad imperiosa de exigirnos una respuesta, que más allá de la que la justicia ha dado, sobre cuál es el rol que hemos decidido tener ante tamaña situación.
Bottero resignifica imágenes de noticieros y envíos especiales sobre el tema para contextualizar un poco el panorama del desastre, cada declaración que elige dispara una pregunta que sigue sin tener respuestas.
También Bottero relata en off sobre las imágenes de diarios, recortes, marchas, y demás, porque necesita ser ella también quien narre el lento e innecesario proceso porque el que cada una de las víctimas, familiares, amigos e involucrados han padecido.
“La lluvia es también no verte” duele porque sabemos que nada de lo que se ha realizado en materia de justicia ha saneado la situación. Porque en pantalla escuchamos hablar a funcionarios que inescrupulosamente siguen defendiendo una situación indefendible, y porque en cada uno de los relatos con los que decidió ella contar la historia de esa trágica noche, testigos directos, sobrevivientes, familiares, miembros de ong’s, revivimos el dolor y la necesidad de justificación sobre qué es lo que realmente sucedió allí.
Es interesante también cómo la directora cuenta esto, en “La lluvia es también no verte” no hay música incidental, al contrario, el silencio y la voz en off son sólo los aditamentos de un documental necesario que exige que al verlo uno se pare en algún lugar de la vereda.
Y claro está que la decisión sobre en qué lugar pararse es fácil, porque aún hoy algunos sobrevivientes tengan que romper el estigma creado sobre la imagen de jóvenes drogados, descuidados que en el recital no supieron cómo salir de un lugar que les impedía justamente salir, sabemos que cualquiera podría haber estado allí, para ver esa banda u otra.
Bottero transmite verdad con las imágenes. Bottero hurga en la herida para plantearnos un estado de las cosas inevitable. Bottero nos habla de un dolor que no cesa, y evita el lugar común del relato catártico o la exposición casuística, ella busca una voz para poder así hablar de otras problemáticas, como la inexperiencia de los bomberos, la corrupción política y policial, el acostumbramiento a establecimientos en malas condiciones, y demás.
“La lluvia es también no verte” posee algunos momentos demás, y algunas secuencias que, efectistas, buscan impactar, pero ¿habría otra manera de hacerlo al hablar del tema? A diez años de la tragedia de Cromañón el filme vuelve a la agenda mediática al tema y exige que la indiferencia y la estigmatización sean erradicadas para poder comprender, mucho más globalmente, una problemática asociada a problemas de raíz, que como sociedad, aún siguen invisibles.