La llamada final

Crítica de Juan Ignacio Quiroga - Loco x el Cine

Película de 2020 que llega a los cines este año con actores y equipo de renombre en una trama cuya premisa intenta reemplazar el juego de la ouija por un laberinto de sombras y espejos.

Si se pensaba que en el terror se ha contado todo, estamos equivocados. La llamada final (The Call, en su idioma original) se sitúa en el comienzo de clases de 1987 donde Chris Mitchell (Chester Rushing) es el nuevo del pueblo y en tan poco tiempo debe acostumbrarse a esta nueva vida. Pero no está solo, lo acompaña Tonya Michaels (Erin Sanders) junto a los hermanos Zack y Brett Lambert (Mike Manning y Sloane Morgan Siegel, respectivamente). Este grupo le advierte de la existencia de una mujer acusada de ser bruja hasta que un hecho en especial provocará un efecto desencadenante del cual se verán atrapados en busca de una salida. Hasta acá parece una premisa común y corriente, lo que lo hace especial es el elemento extra que se encuentra en el guión: usar elementos tecnológicos para el plano de lo paranormal en una casa antigua, regida bajo una regla estricta a cumplir si los protagonistas no quieren salir lastimados.

Producido y escrito por Patrick Stibbs, lo que falla en esta historia son muchas cosas: hay escenas que visualmente nos recordará a proyectos de ciencia ficción (y la música de la época no se queda atrás, compuesto por Samuel Joseph Smythe), la acción principal arranca recién en el segundo tercio del film ante un inicio lento e introductorio, lo que debería darnos miedo ya se vio… aunque quiero rescatar la fotografía (a cargo de Pablo Diez) que mantiene sin alteraciones un tono lúgubre, sombrío, acorde al ambiente. Con respecto a las actuaciones los aplausos se lo llevan los ancianos Lin Shayne (recordada por su papel en la saga de Insidious) y Tobin Bell (por lo mismo, en la saga Saw). El trasfondo de los jóvenes, si bien se lo conoce en el último trayecto del argumento, pierde fuerza al momento de llegar al clímax, arruinando la experiencia final porque se ha contado todo antes de tiempo.

En fin, esta cinta de Timothy Woodward Jr. de tan solo 94 min es ideal para disfrutarla en el cine, pero nada más. Verlo bajo tu propia responsabilidad.