La leyenda de Hércules

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Ya sabemos que Hollywood siente un placer especial por devorarse los orígenes clásicos en los que basan varios de sus relatos, y convencernos de que esa idea, esa nueva historia o versión que inventaron ellos es mejor que el relato lo que se creo originalmente y que por algo alcanzó el “status” de clásico.
Así, por ejemplo, se me viene a la memoria ahora, recordar una frase de la olvidable Tomb Raider: La Cuna de la vida “¿La caja de Pandora?,-el mito griego- eso es sólo un cuento de niños”. Esto servía para dar pie a un argumento en el que una cajita con FX’s desplegaba virus mortales y hacía que la gente mutase, en fin, vemos cuál de los dos es un cuento de niños.
La leyenda de Hércules es otra prueba más de este mal del cine mainstream, y lo más significativo es que en las últimas semanas se estuvieron agolpando vatios ejemplos como 47 Ronin y Yo, Frankenstein; y en los últimos tiempos podríamos sumar a Jack, el Cazagigantes, Hanse & Gretel cazador de monstruos, o Blancanieves y el cazador.
La fórmula parece sencilla, se toma sólo el lineamiento general, se le agregan datos que supuestamente la hacen más “terrenal”, una buena dosis de violencia y efectos digitales, una cámara de estilo Matriz, y pasamos por caja a cobrar.
Veamos, en esta oportunidad se toma al mito de Hércules, pero sólo sus orígenes, y por supuesto con muchísima “inventiva” capaz de alterar hechos o mezclar la mitología griega con la romana.
El Rey Amphitryon es un déspota que somete a su pueblo y vive entre combates sangrientos. También somete a su esposa Alcmene que recurre a la ayuda divina sucumbiendo ante la lujuria de Zeus por lo que quedará embarazada de un semi-Dios cuyo destino es ser el salvador.
Pero el rey desprecia al pequeño desde el comienzo, niega la pretensión de Alcmene de llamarlo Hércules y por el contrario lo llamará Alcides, que crecerá bajo la sombra de su hermano (o medio hermano en verdad) Ificles.
Pasan 20 años y las cosas no cambiaron más allá de que ahora los bebés son muchachos musculosos y aceitados. Alcides se enamora de Hebe, princesa de Creta... pero esta tiene un compromiso con Ificles que complicará todo.
En medio de un conflicto Amphytrion hará desaparecer a Hércules/Alcides, se lo dará por muerto, pero no, terminará como esclavo desde donde se pergeñará una venganza para reclamar su amor a Hebe y terminar con la tiranía del rey y su medio hermano. Hay más situaciones, pero esto es lo principal.
Los hechos se narran con gravedad, música y ritmo grandilocuente, desde ahí todo parece enorme. Lo que se contrapone con una puesta en escena más propia de un film clase B.
El director finés radicado hace añares en EE.UU. Renny Harlim tiene basta experiencia en este tipo de películas, films de aventuras menores, de argumentos sónadamente inverosímiles. Su capacidad radica en tapar los agujeros con entretenimiento, y aquí lo vuelve a hacer.
La película hace uso de todos los recursos ya conocidos para estas películas, objetos que se nos vienen encima (sea 3D o no), un tono mate permanente, combates porque sí, escenas polvorientas, lluvia copiosa y digital, ralentis sn ninguna lógica, y hombres exhibiendo pectorales trabajados. Pero de alguna manera no resulta tan sobrecargada como las dos Furia de Titanes (nueva versión) ni tan vacía y ensamblada como 300.
Con muchas ideas tomadas de Gladiador, ese sentido Clase B termina beneficiándola, el ritmo de la narración se asemeja a las miniseries noventosas para televisión, y los efectos lucen baratos pero desprejuiciados, claro sin acercarse si quiera a la magia de Ray Harryhousen.
En cuanto al rubro actoral, es poco lo que hay para destacar, a Kellan Lutz Hércules le queda enorme principalmente porque adolece de carisma; Gaia Wess como Hebe aporta sólo belleza, y Scotr Adkins se presenta sobreactuando como el pérfido rey.
Podríamos decir que Harlin impuso su marca en un típico producto de la última era hollywoodense. La leyenda de Hércules, para quienes desconozcan qué es la mitología puede ser un producto apenas pasable, superior a los dos films basados en leyendas clásicas estrenados en lo que va del año, pero no mucho más que eso. Un entretenimiento que no profundiza demasiado, no tiene reparo en tomarse todas las libertades posibles... pero en definitiva que cumple con la premisa.