La joven Victoria

Crítica de Elena Castelli - El rincón del cinéfilo

La cinematografía de Gran Bretaña, por sí o en coproducciones, se ha ocupado con frecuencia en reflejar los avatares de su realeza a lo largo de la historia. En esta ocasión se ocupa, una vez más, de la Reina Victoria (Alexandrina Victoria, 1819-1901), quien durante casi 64 años gobernó como soberana de Inglaterra e Irlanda y Emperatriz de la India, período que es reconocido como La era Victoriana, por la transformación sustancial experimentada por el imperio debido al impuso con que apoyó a la revolución industrial y los cambios significativos operados a nivel social, político y cultural.

“La joven Victoria” relata la primera etapa de su vida, que comprende su niñez, adolescencia, asunción al trono a los 18 años, y casamiento con el príncipe Albert en 1840, a quien le otorgó el tratamiento de Su Alteza Real, y que fuera su compañero, amigo y concejero desde entonces y hasta su muerte en 1861

La historia comienza con su nacimiento y relata someramente los entretelones de luchas políticas por el poder en torno a la inocente criatura, quien mantiene su inocencia también respecto de los conflictos que se generan hasta el momento en que asciende al trono a la muerte de su tío Guillermo IV. En los primeros años gobierna con Lord Melbourne como concejero, quien ejerce una gran influencia política sobre la inexperta soberana.

Victoria en esa etapa era joven, feliz, despreocupada, a la vez que apasionada y estaba en medio de una lucha política intestina sobre lo que va tomando conciencia luego de su coronación Odia a su madre y al consejero que le impone (Lord Melbourne), en razón de que trataban de controlarla y alejarla de la corte para lograr sus propios intereses y aspiraciones.

Los acontecimientos producen un giro sustancial desde el momento en que deposita la confianza en su marido quien la orienta con lealtad a ella y al reino en la ejecución de su accionar como gobernante..

Narrativa, visual y estéticamente la realización de Jean-Marc Vallée denota el cuidado estilo británico al servicio de un espectáculo exquisito. Emily Blunt aprovecha la oportunidad que le ofrecieron para encarnar a Victoria con una interpretación excelente, que se constituye en un importante eslabón en su carrera como actriz de la nueva generación. La secundan con acertadas composiciones Paul Bettany (Lord Melbourne), Ruper Friend (principe Albert), Jim Broandbent (Rey Guillermo IV) y Miranda Richardson (Duquesa de Kent, madre de Victoria).