La isla siniestra

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Los laberintos de la mente según Scorsese

Ambientada en 1954, la nueva película dirigida por Martin Scorsese y protagonizada por Leonardo Di Caprio, es una bienvenida invitación a los laberintos de la mente. Teddy Daniels (Di Cpario) llega a la isla del título para investigar la misteriosa desaparición de una psicópata que se ha fugado de la institución mental. Se avecina la tormenta para el protagonista y su compañero (Mark Ruffalo) que deben desentrañar el enigma, bajo la severa mirada del director del lugar (Ben Kingsley).

Atormentado por fuertes dolores de cabeza y por un sinfín de apariencias engañosas, Daniels comienza a dudar (y el espetacdor también) de todo lo que allí sucede.

El film de Scorsese se acerca a Cabo de Miedo más que a sus últimos trabajos: El aviador y Los infiltrados, y resulta una caja de sorpresas en sus dos horas de metraje.
Entre experimentos que se practican con los pacientes; una reclusa que ha matado a sus hijos; un pirómano que desató el caos en el que murió la esposa del agente, y el Faro, un lugar al que sólo se puede acceder cuando baja la marea, Scorsese despliega una narrativa rica en detalles (el cigarrillo al borde del peñasco), partes de un todo que se irán hilvanando y cobrado sentido sobre el desenlace.

La acción alterna presente y flashbacks desarrollados en tiempos de guerra, donde la violencia cobra un primer plano. Todo genera dudas en La isla siniestra, un thriller que combina locura, pasado negro, perversión y muerte; y que mantiene un marcado clima hitchcockiano en sus imágenes y en la impactante banda sonora.

Para lograr su cometido, el cineasta contó con buenos intérpretes de reparto como Ben Kinglsey y Max Von Sydow, los doctores del instituto mental. “Las heridas pueden crear monstruos. Y a los monstruos hay que contenerlos”, asegura uno de los profesionales de este lúgubre antro iluminado por las luces de los relámpagos a lo largo de la historia. Los mismos que van despejando las dudas y el sentido de "realidad" que afronta el atormentado agente.
El final, impactante y algo macabro, corona la nueva unión artística entre el director de Cabo de miedo y el actor de Titanic. Una invitación a una isla que sólo tiene pasaje de ida...