La invención de Hugo Cabret

Crítica de Bernabé Quiroga - CiNerd

CINEFÍLIA MON AMOUR

Desde principios de la década pasada, las aventuras literarias juveniles han intentado abrirse paso por el cine y triunfar en la taquilla. Algunas lo han logrado, pero ninguna ha llegado al lugar al que LA INVENCIÓN DE HUGO CABRET (HUGO, 2011) se encuentra en este momento. Con 11 nominaciones al Oscar, la primera película en 3D del director Martin Scorsese (TAXI DRIVER, LOS INFILTRADOS) ha dejado de ser la adaptación más de un libro para chicos, para convertirse en un imperdible, emotivo y encantador viaje al corazón del espíritu humano y del cine mismo.

La novela homónima de Brian Selznick (la cual leí y se las recomiendo) cuenta básicamente la misma historia. Agregando uno que otro personaje, situación o detalle (y quitando otros), el entrañable guión escrito por John Logan (GLADIADOR, SWEENEY TODD: EL BARBERO DEMONÍACO DE LA CALLE FLEET, RANGO) tiene como protagonista a Hugo Cabret, un niño huérfano que vive en la estación de trenes de París, en los años 30, manteniendo los relojes funcionando. Con la ayuda de una niña con sed de aventuras, el pequeño Hugo intentará resolver un misterio relacionado con una llave en forma de corazón, un juguetero con un pasado que desea olvidar y autómata que le dejó su padre antes de morir, el cual ocultaría un mensaje secreto.

Seguramente se estarán preguntado donde encaja el cine en esta trama. Si bien el film comienza como una aventura más, al develarse uno de sus secretos (¿Qué mensaje esconde el autómata?) la narración cambia de carril para convertirse en un homenaje a los orígenes del 7° arte y a aquellos pioneros que convirtieron al cine - un invento que, según sus creadores, no tenía futuro -, en una fábrica de sueños. Esta nueva trama podría llegar a desilusionar a aquellos que esperaban ver más aventuras relacionada con el autómata. Si bien este sigue presente a medida que avanza la narración, su participación disminuye de manera considerable ya que no es más que el McGuffin que hace que la trama se mueva. Aun así, creo que este le favorece al film: ¿De verdad querían ver ooooootra aventura más protagonizada por nenes? Algunos podrían considerarlo a este giro en la trama el punto más flojo del guión. Yo creo que es el momento en que LA INVENCIÓN DE HUGO CABRET deja de ser lo que todos esperaban que sea, para volverse algo único: Una hermosa película dirigida con tanta eficacia como precisión, con el mejor uso del 3D en muchísimo tiempo, una bella fotografía y banda sonora, y un elenco sobresaliente en el que se destacan el pequeño Asa Butterfield y el enorme Ben Kingsley; y en menor medida, Chloë Moretz (sobreactúa en algunas escenas, pero creo que es parte de su personaje) y Sacha Baron Cohen (absolutamente genial en las partes cómicas, y una sorpresa en sus escenas de drama). El resto (Ray Winstone, Emily Mortimer, Christopher Lee, Helen McCrory, Jude Law, Richard Griffiths y Michael Stuhlbarg) es una colección de intérpretes muy talentosos, que lamentablemente no pudieron ser aprovechados lo suficiente.

Obviamente, el lado cinematográfico de la historia podría dejar de lado a varios espectadores que no conocen mucho sobre el tema. A algunos podría frustrarlos y otros mantenerlos interesados mientras se va revelando el misterio detrás de ese tal George Méliès. Pero LA INVENCIÓN DE HUGO CABRET no es solo cine dentro del cine, y presenta un subtema que se encuentra presente en las historias de todos sus personajes: ¿Por qué estamos aquí? ¿Cuál es mi propósito en el mundo? ¿Cómo puedo hacer para funcionar correctamente? Semejantes cuestionamientos dan paso a escenas llenas de honestidad y corazón, en los que la fragilidad de cada uno de ellos es puesta al descubierto. LA INVENCIÓN DE HUGO CABRET tiene escenas dramáticas, pero los momentos de aventura (pocos, pero visualmente asombrosos) y humor (inocentes pero graciosísimo, la mayoría aportados por el inspector de seguridad y su pequeña historia de amor) son también varios.

Críticos, directores y más miembros del ambiente cinematográfico amaron LA INVENCIÓN DE HUGO CABRET por la forma en que nos recuerda con cariño las raíces de la industria. No solo tenemos para ver de vuelta en pantalla gigante (¡y en 3D!) clásicos cómo VIAJE A LA LUNA (1902) o el recordado plano final del western ASALTO Y ROBO A UN TREN (1903), sino que Scorsese también se da el gusto de mostrarnos una escena de SAFETY LAST! (1923) en la que Harold Lloyd está colgado de un reloj en un edificio, solo para repetirla varios minutos después, ahora usando su tecnología contemporánea y a Hugo - lo mismo hace con la llegada del tren en una de las primeras filmaciones de los Lumiere, y más adelante con la impactante escena del sueño -. Esa es la forma que tiene este legendario director de demostrarnos que, si bien las películas cambiaron a lo largo de los siglos, nosotros nunca dejamos de ser lo que realmente somos. Está bien, tal vez ya no nos asuste (tanto) ver en pantalla un tren llegando a una estación, pero en el fondo siempre seremos lo mismo: hechiceros, sirenas, viajeros, aventureros, magos. Todos funcionando dentro de la misma maquinaria que es el cine.