La invención de Hugo Cabret

Crítica de Alejandra Portela - Leedor.com

Me cuesta ver entre tanta “lata escenográfica, tanta fotografía de época y tanta actuacion telenovelesca aquela sutileza que parecía inextinguible y que Scorsese mostraba en la fínisima A leter to Elia, con su aproximación al cine de Elia Kazan ,o ese otro sincero documental, analítico y deconstructivamente sensible que era A Personal Journey with Martin Scorsese Through American Movies. en el que se entraba con placer a la revision personal y cinéfila del cine norteamericano de todas las épocas.

Scorsese está en el Olimpo de la historia del cine, muchas pelíclas lo comprueban: Quién golpea la puerta, Taxi driver, Toro salvaje, Buenos Muchachos, Casino o la misma un poco más discutida Isla Siniestra. La pertenencia a este Olimpo cinéfilo es sustentado además por una militancia del rescate del cine antiguo, la conservación de films de la época muda y sonora, su consecuente restauración a traves de la Film Foundation.

Insisto, me cuesta ver en esta megaproducción portentosa que levanta polvareda por su multinominación a los Oscar y que le permite a Scorsese coquetear con el 3D, la sutileza, aún la potencia que lo caracteriza. Es tanta la obviedad de las escenas, la previsibilidad de los diálogos y las reacciones de sus personajes, los gestos que encadenan la operación causaefecto del montaje narrativo hollywoodense que toda la belleza de la profundidad de campo o de los planos secuencias, de estética excesivamente digital, quedan como funcionales a esta historia edulcorada demasiado maniatada al punto de vista de un niño no tan niño, y no tan inocente. Un niño en busca del secreto de su padre muerto, para lograr hacer funcionar a un autómata al que le falta una pieza del mecanismo. Esto lo lleva, en la Estación Montparnasse de la década del 20´a conocer a un hombre que finalmente le abrirá un mundo de ensueños.

Ese hombre resulta ser Georges Meliés, el mago, el primero que explota las posibilidades de la ficción en el cine, el francés que fue arruinado por las políticas de distribución de empresas norteamericanas como la de Edison que exhibían su material sin regalías, para el francés, claro

Scorsese en Hugo es Hollywood, y aún cuando Melies no lo era en el 1900 en pleno apogeo de su imaginario, aquí es vilmente fagocitado por la necesaria explicación de su decadencia tras la Primera Guerra Mundial, la celebrada reaparición de sus películas en el homenaje de los últimos momentos de Hugo.

El cine fue sólo negocio durante mucho tiempo, y olvidó el rescate esencial de las películas del pasado, durante por lo menos 80 años, aún cuando las cinematecas o los archivos existen desde los 30. Cuando la película se concentra en este tema, no pierde de vista al niño que nos hace entrar en con su mirada esa operación de rescate. Hacia el final el punto de vista narrativo de la niña que comienza a relatar la historia dispersa, confunde pero a esta altura todo terminó.

En este mundo de porcentajes, la película que en Argentina se llama La invencion de Hugo Cabret roza el 100% del gusto de muchos críticos en EEUU relevados por rotten tomatoes, seguramente Todaslascriticas, nuestra version vernacula de los tomates repite esa temperatura.

El espectáculo y la grandilocuencia del 3D se comió el arte de Scorsese mostrándolo como el director más obvio del mundo. Pero como la ilusión sigue funcionando, para algunos eso está más que bien.

Publicado en Leedor el 10-02-2012