La internacional del fin del mundo

Crítica de Marcelo Cafferata - El Espectador Avezado

“LA INTERNACIONAL DEL FIN DEL MUNDO” se construye como un documental coral en base a cuatro historias bien diferenciadas, que a pesar de tener sus puntos en común, los directores eligen narrar en forma separada e inclusive echando mano a diferentes formatos y texturas, quedando de esta forma un relato bien dividido en cuatro nombres protagónicos.
Así se narran las historias de Pedro Milesi, Mateo Fossa, Mika Etchebéhère y Liborio Justo, quienes –aún provenientes de diferentes estratos sociales- han compartido una misma mirada de la realidad en la que se vieron involucrados y han participado activamente en movimientos culturales, sindicales y políticos que, tomaron fuerza y se vieron fuertemente influenciados por el movimiento de la revolución rusa de 1917.
De esta forma, los realizadores Violeta Bruck y Javier Gabino (quienes ya habían realizado “Memoria para reincidentes” sobre la lucha y militancia obrera en nuestro país en la década del ’70), se encargan de narrar estas historias y utilizarán desde entrevistas y testimonios actuales, combinando material de archivo e ilustrando con reconstrucciones de época, para construir el relato desde diferentes abordajes y con diferentes herramientas.
Es así como por momentos se narra con un formato más volcado a la investigación periodística y en otros, los realizados intentan resolver desde una idea de documental histórico que le otorgará un lugar preponderante a los archivos fotográficos y a los documentos privados de cada uno de los personajes cuya imagen este trabajo intenta revisitar y reconstruir.
Todos estas personalidades tendrán como eje central e hilo conductor, la construcción de la cultura de Izquierda en nuestro país durante las primeras décadas del siglo XX y son retratos de quien participaron activamente de movimientos que han sido fundadores de una cultura de militancia y nuevas ideas que puede ir desde la participación en la Semana Trágica hasta la lucha por la Reforma Universitaria.
Uno de los puntos más interesantes del trabajo de Bruck y Gabino es el de haber podido encontrar una verdadera polifonía en donde podemos escuchar tanto a los historiadores, investigadores y reconocidos docentes que se han especializado en el tema hasta los propios familiares y amigos cercanos que muestran una mirada más personal e íntima.
A través de las anécdotas o de los objetos personales que se van desplegando a medida que avanza el documental, se acierta en la intención de poder mostrarlos desde otra óptica, humanizándolos, fuera de cualquier actitud enciclopedista.
Cajas llenas de fotos, libros, fotografías, cartas personales y manuscritos son algunos de los elementos de los que se sirven los directores para romper el esquema narrativo tradicional y poder presentar cada historia desde lugares diferentes.
Si bien el aporte de las reconstrucciones de época con actores no aporta un sentido adicional ni demasiada información, permite que el trabajo juegue con diferentes estilos y no se termine construyendo mecánica y reiterativamente, sino con una diversidad de herramientas que despierta un mayor interés.
Y en cada uno de esos detalles reforzados por los testimonios “LA INTERNACIONAL DEL FIN DEL MUNDO” permite, sencillamente, volver a reflexionar sobre el nacimiento de la izquierda en nuestro país y de la lucha por los derechos, muchos de ellos hasta hoy en día, en permanente replanteo.