La increíble vida de Walter Mitty

Crítica de Nicolás Viademonte - Función Agotada

Una aventura extraordinaria

Ben Stiller vuelve a la dirección a 5 años del estreno de la grandiosa Una Guerra de Película (Tropic Thunder), rubro en donde ha conseguido destacarse de la mano de comedias ácidas y críticas. La cuestión es que ahora el querido Stiller cambia de canal y pone en sintonía La Increíble Vida de Walter Mitty (The Secret Life of Walter Mitty), un film basado libremente en la cinta homónima de fines de los ’40, que mantiene características de su filmografía pero que se aleja del tono satírico de sus anteriores películas.

Walter Mitty (Ben Stiller) es un empleado de la revista Life que es un pelmazo. Labura hace más de 15 años en esa revista, está enamorado de la contadora Cheryl Melhoff (la siempre adorable Kristen Wiig) y al parecer no hizo mucho con su vida. La realidad es que alguien que usa corbata con una camisa de manga corta no puede pretender llegar muy lejos. Bueno, este soltero cuarentón por momentos se desconecta del mundo y comienza a vivir una realidad alternativa donde él se convierte en una especie de superhombre que todo lo puede. Adentro de su cabeza Walter puede imaginar desde salvar a un perro de un edificio en llamas hasta convertirse en un alpinista de dudosa procedencia pero que dice ser hispano parlante.

Cuando la susodicha revista es vendida y deja de salir a la venta en papel para comenzar a ser una publicación online, un gerente es contratado para llevar adelante una poco cordial transición de despidos y de sálvese quien pueda para conservar el empleo. A Walter le llega un rollo de fotos del excéntrico fotógrafo Sean O’Connell (Sean Penn) pero el negativo 25 (que vendría a ser el encargado de ilustrar la tapa de la última edición de la mítica revista) se pierde. Allí el bueno de Mitty deberá salir en búsqueda de la fotografía extraviada adentrándose a la fría Groenlandia para vivir las aventuras que algún día imaginó dentro de su capocha.

Si bien acá se enmarca dentro de un tono bastante menos cómico, hay varios puntos en común que La Increíble Vida de Walter Mitty tiene con sus últimas dos películas como realizador y estrella.

Stiller siempre parte de un protagonista noble, entero, que no tiene el reconocimiento que se “merece” o que él necesita en el turbio ámbito donde se desempeña. Derek Zoolander nunca había participado de una campaña del prestigioso Mugatu en el frívolo mundo de la moda y Tugg Speedman deseaba más que a nada tener su Oscar, que sería el “símbolo” al reconocimiento dentro de la industria cinematográfica de Hollywood. Walter Mitty tiene aspiraciones más terrenales: la principal es vivir su vida y la otra conquistar el corazón de Cheryl. Digo vivir su vida porque Walter no “vive”, sólo deambula por su actualidad sin dejar rastros de su presencia. Pero cuando la “TV se le prende” su existencia brilla, se llena de vitalidad y estampa. Es esa búsqueda de identidad la que lo asemeja con Zoolander o Speedman, más allá de que acá el tono se presenta como algo más serio y alejado de la oscuridad cómica de sus obras anteriores. Todos ellos caminaban por una ruta con el piloto automático puesto y sin saber demasiado como llegaron allí, sin embargo, cuando se desviaron de su dirección consiguieron madurar y alcanzar la felicidad. Zoolander hizo la Magnum para salvar al ministro malayo y no para vender catálogos y Speedman consiguió su ansiado Oscar justamente cuando no actuó. Walter también va con la gallega del GPS en silencio y es cuando se sale de su harto transitado camino que al fin consigue empezar a vivir su vida.

La Increíble Vida de Walter Mitty llega para demostrar que la realización de los sueños sólo depende de intentarlo. El cine existe para eso, para hacernos creer durante poco menos de dos horas que salir a emprender una aventura extraordinaria que incluye saltar hacia un helicóptero en movimiento o tirarse al helado mar de Groenlandia solamente depende de proponérselo. Y como toda aventura tendrá sus consecuencias, ya que ningún suceso que se lleve adelante con intensidad se irá de nuestra existencia sin hacer mella en el alma. Walter (quien comenzó la película hundido en la sumisión y solamente saliendo de ella por medio de sus “escapadas mentales”) termina enfrentando a quienes abusaron de él y encarnando el espíritu de la revista en la que trabajó tantos años. Mientras salimos del cine para sumergirnos de nuevo en nuestra rutina diaria, La Increíble Vida de Walter Mitty ya hizo su valioso trabajo, y cuando llegue el momento de hacer realidad nuestro propio sueño recordaremos que si el querido Walter pudo, nosotros también.