La ilusión de estar contigo

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Lección sentimental, como sólo saben hacer los franceses

Escrita y dirigida por Anne Fontaine, “La ilusión de estar contigo” tiene una buena pintura de grupos sociales y la habilidad de jugar con la literatura sin dejar a nadie afuera.

A esta película, los españoles la rebautizaron "Primavera en Normandía". Cierto que transcurre en ese tiempo y lugar, y luce esos rincones, el orgullo por el calvados y otros deleites, etc., pero ésa es sólo la parte turística. Más acertado es el título que acá le pusieron: "La ilusión de estar contigo". Hace juego con el de otra película francesa de sentimientos igualmente delicados, "El placer de estar contigo", y señala precisamente la diferencia: acá estar contigo es sólo una ilusión. El protagonista sentirá hasta el perfume de la mujer que lo perturba, la tendrá a centímetros de su rostro y de sus manos, alcanzará a besar su espalda en una curiosa circunstancia, se ganará su confianza, pero sólo la tendrá de modo ilusorio. Mejor dicho, las tendrá. A ella, y a la que ella le recuerda.

Y acá vamos al título original: "Gemma Bovery". El panadero del pueblo, devoto lector que dice tener alguna experiencia en el ambiente editorial parisino, relata la historia de una nueva vecina, una inglesa tiernita, esposa joven, que lo tuvo absorto por su belleza y por su nombre, tan parecido al de Emma Bovary. La casualidad lo hizo soñar, y tener miedo. Gemma, ingenua, insatisfecha y adúltera, parecía repetir los pasos de Emma. ¿Tendría también su mismo trágico destino? Había que prevenirla. Por ahí va la intriga.

Escrita por la directora Anne Fontaine ("Cocó antes de Chanel") y el veterano Pascal Bonitzer, protagonizada por Fabrice Luchini, exacto y lleno de matices como siempre, y la pulposa y seductora Gemma Arterton, la obra tiene el encanto, la vuelta de tuerca y la sensible reflexión de las viejas "lecciones sentimentales", que los franceses saben hacer cada tanto. Y tiene también el juego chusco de amor y recelo entre ingleses y franceses, la advertencia sobre los mitómanos, y la habilidad de jugar con la literatura sin dejar a nadie afuera. Para verla, no es necesario haber leído "Madame Bovary" (aunque saber de qué se trata, ayuda un poco).

La inspiración, en este caso, proviene de una buena novela gráfica de la inglesa Posy Simmonds, aparecida por capítulos en "The Guardian". Suyo es el título original, suyos son los méritos en la pintura de grupos sociales, varones prejuiciosos y mujeres molestas. A propósito, la anciana que aparece reclamando una porcelana de Sevres es Edith Scob, en su momento estrella de "Los ojos sin rostro" y otros films de terror poético del recordado Georges Franju. Todavía se conserva.