La huésped

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

El secreto de sus ojos

De la autora de “Crepúsculo”, otra historia de amor, con brillo en los ojos de aquellos humanos invadidos por una fuerza alienígena.

Parece que la escritora estadounidense Stephenie Meyer tiene algo con la visión de sus personajes, los desdoblamientos y, por sobre todas las cosas, el amor como fuerza motora. Su best seller Crepúsculo, que hechizó a millones de adolescentes con el triángulo licano-vampiro-humano, mostraba el iris rojo de los chupasangres marcando el camino hacia la inmortalidad. En La huésped, otra aventura romántica, pero no tan sesgada al público teenager , se refleja un brillo peculiar en los ojos de aquellos seres humanos invadidos por una fuerza alienígena. ¿Cómo ocurre esto? A través de un alma (unos filamentos incandescentes) que penetran suavemente en la piel del sujeto y borran su memoria, purifican su esencia llevándolo a construir la utopía del mundo perfecto: con salud y sin violencia, hambre, ni dinero que necesitar.

Una de las “víctimas” es Melanie (Saoirse Ronan), a la que se le implanta un alma y pasa a llamarse Wanderer. Y aquí lo interesante del filme de Andrew Niccol (Gattaca): encapsular en un cuerpo al espíritu atrapado que se niega a desaparecer. Como si fuese una voz de la conciencia neutra y con cierta reverberación, Melanie luchará por dominar a la inmaculada Wanderer y obligarla a no adaptarse al nuevo orden mundial. Párrafo aparte para ese mundo, prolijo, limpio, despojado de toda maldad, donde todos visten de blanco y resalta un plateado brillante en autos, motos, helicópteros, lo que le otorga un carácter impersonal, emparentado con el pueblo infantilizado -e ingenuo- del 2032 del filme El demoledor.

La conquista de las almas es por desgaste, contemplar la extinción de la otra raza, sin violencia, la contracara de los pocos humanos sobrevientes, ocultos en desértica zona de formaciones rocosas. Y en ese submundo (donde la escenografía y fotografía se lucen con, por ejemplo, las imágenes de las luciérnagas o las doradas cosechas) se desatará la lucha interna de la protagonista. Melanie se encontrará con su novio Jared (Max Irons) y Wanderer quedará obnubilada por Ian (Jake Abel), un cuadrado amoroso pero en tres cuerpos. ¿Difícil, no?

Los contínuos debates internos de la protagonista con su otro yo (donde el amor es el único eje) por momentos hacen caer al filme en un pozo creativo del cual se levanta por la tensión de La buscadora (la pétrea Diane Kruger), quien hará lo imposible para encontrar a Melanie y llevarla hacia el foco de la resistencia humana. ¿Lo conseguirá?