La huella del Doctor Ernesto Guevara

Crítica de Daniel Cholakian - CineramaPlus+

Primero lo primero. Quien conozca la historia de Ernesto Guevara –narrada por ejemplo en la excelente biografía de Paco Taibo II- no encontrará en este documental demasiada información agregada. Este detalle no es menor, pues para quien tenga un panorama de su biografía, la película tendrá menos interés que para el resto.

La propuesta de Jorge Denti es ilustrar con animaciones, imágenes de archivos imprecisos y otras recientes, una serie de entrevistas a diferentes personas que compartieron con Ernesto Guevara los viajes que entre 1952 y 1953 realizó por América Latina. Estos viajes, una suerte de proceso de construcción de “el Che” en el que se convertiría luego, son esenciales para comprender aquel hombre modélico en el que se constituyó a partir de la revolución cubana. Esto es lo interesante de la película. Rescatar una serie de testimonios directos de quienes compartieron con él ese periplo, y que fueron testigos de ese proceso de transformación personal. La medicina, su profesión, se constituye como eje de sentido del viaje y “organiza” su encuentro con una realidad política y social que hasta ese momento desconocía. Durante el relato se rescata la visión de América Latina que construyó a partir de su contacto con los sectores más explotados y desposeídos de la población.

Formalmente, más allá de los esfuerzos del realizador, la película es una larga entrevista. Un documental de “cabezas parlantes” como se denomina habitualmente. En la construcción incurre en un par de saltos temporales (en un montaje paralelo mientras Alberto Granados habla del primer viaje, Calica Ferrer habla del segundo y esto puede confundir al espectador entendiendo que hablan del mismo) y abunda con anécdotas muchas veces poco interesantes.

Este documental tiene el valor de mantener los testimonios de personas adultas a quienes no será fácil volver a entrevistar en un solo proyecto. Es interesante también para quien no conoce la realidad que vivía nuestra Latinoamérica hacia la década del ’50 (realidad que por supuesto persiste en muchas estructuras sociales aun hoy). En ese sentido el valor testimonial es importante. Aun cuando lo que proponga en su contenido no signifique ninguna novedad tanto en el contexto audiovisual, como en el de la divulgación histórica en general.