La hora del cambio

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

La traducción literal del titulo de este filme italiano seria “La hora de la legalidad”, bastante más acorde al relato, pero que no tendría la implicancia del titulo elegido para su estreno en estas playas,
Todo transcurre en un pueblo costero de Sicilia, donde la trasgresión es moneda corriente, así viven, pero parecen cansados de la inoperancia, de estar inmersos en el relato de una realidad que no es. Situación que determinará la derrota del intendente en las elecciones y su reemplazante es un hombre de palabra, con alta incidencia moral sobre sus vecinos.
Pero cuando empiezan a mostrarse los cambios, el imponer lo legal, el atacar la impunidad, la corrupción, el desorden nuestro de cada día que todo lo oculta, el caos por el caos mismo, para dejar al descubierto los reales deseos individuales. “Todo muy lindo pero que no me modifique nada a mi”, seria la máxima.
La historia se centra en dos personajes, socios en un bar céntrico, ambos cuñados del nuevo intendente, pero contrincantes políticos. Salvo (Ficarra) y Valentino (Picone) son quienes con sus acciones impulsaran el recorrido del filme, de tintes costumbristas pero con la clara intención de mostrarse como espejo de una realidad.
El pecado que cometen, tanto desde la actuación como desde el guión y la dirección, ambos responsables de todo, es que el genero elegido es el grotesco en algunos personajes y situaciones, la parodia en otros, para terminar en la sátira con terceros, Todas las manifestaciones cruzan la línea limitaría entre lo especular y lo no creíble, Cuando esto sucede el espectador se aleja, no se identifica y empieza a perder el efecto buscado.
El dúo de “comediantes”, famosos en la televisión italiana, intenta por momentos imitar, sin lógralo, el estilo de Stan Laurel y Oliver Hardy, por otros se muestran más cercano a la payada tonta, gestos ampulosos, exagerados por lo menos uno de ellos, que hace recordar al torpe e incapaz Roberto Benigni.
Si a esto le sumamos que todo es exageradamente chabacano, burdo, previsible y/o inverosímil, según que segmento este transitando, el aburrimiento esta asegurado. Pueden encontrarse algunos gags, bien definidos y mejor resueltos, pero son escasos, aislados.