La hora de tu muerte

Crítica de Diego Brodersen - Página 12

"La hora de tu muerte": la maldición tecnológica

Los goces y disgustos propiciados por La hora de tu muerte –ópera prima de Justin Dec y ejemplo acabado del horror de presupuesto moderado made in USA– pueden contarse con los dedos de una y de otra mano; al final de los cálculos, ambos terminan en estado de relativo equilibrio. El planteo narrativo de base es cualquier cosa menos original, una cruza entre la saga Destino final y cualquier película tomada al azar que incluya una maldición tecnológica, sea esta analógica o digital. Aquí es una aplicación para teléfonos celulares llamada Countdown (“cuenta regresiva”) la que permite, en principio, saber con certeza cuantos años de vida le quedan al usuario. Claro que, en algunos casos, el reloj puede indicar apenas un par de días antes de la llegada de la parca. Es precisamente eso lo que le ocurre a la protagonista, una joven enfermera recién recibida llamada Quinn (Elizabeth Lail, actualmente en cartel en Netflix con la serie You), quien pasa rápidamente de la incredulidad al asombro y de allí, sin escalas, al pavor más absoluto.

El prólogo anticipa la calidad amable del gore por venir (el film fue calificado por allá con la suave placa PG-13), por lo que la mayor parte de los sustos llegará bajo la forma del suspenso y los golpes de efecto, diseñados para hacer saltar al espectador de la butaca. Aproximadamente uno cada siete u ocho minutos, lo cual comienza a cansar más temprano que tarde. Al mismo tiempo, la trama introduce un elemento insospechado que parece algo tirado de los pelos –y a tono con los tiempos políticos– pero que, sobre el final, termina “justificado” por la misma historia: en un chequeo de rutina, uno de los médicos se acerca demasiado a Quinn, intentando intimar a pesar de las repetidas negativas de la muchacha. Corte a nuevas evidencias de que la app en cuestión no es cosa de risa (todos aquellos que la descargan comienzan a tener visiones temibles y sombrías) y a la somera descripción de un trauma del pasado familiar que, como se verá, es utilizado por el origen del mal como método para el espanto.

Si desea sobrevivir, Quinn deberá utilizar la lógica más estricta y precisa que pueda imaginarse. Cuando La hora de tu muerte amenaza con ponerse demasiado solemne, el guion de Justin Dec mete a presión un par de personajes secundarios construidos en tono humorístico. Pero funcionan: el vendedor de celulares canchero y creído de sí mismo y el sacerdote nerdo y amante de las ciencias ocultas le aportan a la película una necesaria dosis de ligereza, lo cual permite avanzar hacia la conclusión de una manera –paradójicamente– menos disparatada. Porque –es justo y necesario decirlo– siempre hay algo absurdo en estos films de terror que edifican la aparición de lo sobrenatural como si se tratara de una ciencia exacta, con sus reglas y axiomas inflexibles.