La hora de la siesta

Crítica de Alexander Brielga - Cine & Medios

Echarse una siesta

Cheka y "el flaco" son hermanos. Su papá murió y lo velan en su casa. No soportan el clima ni a los parientes y amigos que llegan para dar el pésame y de paso comer sanguchitos de miga. Deciden dejar el lugar y dar una vuelta por el barrio a la hora de la siesta. El silencio del velorio parece trasladarse a toda la zona y acompaña a los hermanos en su desganado paseo.
La directora Sofía Mora parece tener la excusa perfecta para practicar encuadres, contraplanos, y jugar con los contrastes que ofrece el hecho de haber grabado en blanco y negro. Porque esta historia no fue filmada sino grabada en digital, y ese es un problema en cuanto a la calidad final donde en el traspaso a fílmico se nota el pixelado en los tonos oscuros y afea el trabajo de fotografía.
El guión se inscribe en la corriente de este nuevo/viejo cine nacional que busca profundidad donde sólo hay tedio y frases vacías. La protagonista Belén Poviña es monocorde y hasta molesta por su impasibilidad, actitud de la que apenas consigue destacarse su co-protagonista Elías Maidanik, como su melindroso hermano.
"La Hora de la Siesta" se queda en la pretensión estilística de su directora sin proponer un conflicto accesible para el espectador, algo que no sería grave sino fuera porque el tedio llega inexorablemente.