La hermana

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

La suiza Ursula Meier se perfila, luego de “L’enfant d’en haut”, como una de las promisorias figuras de la vanguardia europea de cineastas independientes, incisivos y nada dóciles para el sistema.
Cuentan que Mike Leigh (el gran director británico) quedó impresionado tanto con su trabajo, que convenció al resto del jurado de Berlín 2012 de crear un premio especial para ella, el “Oso de Plata Especial” con la que reconoció su labor en “La hermana”.
Meier en este segundo largo (el anterior “Home” era sobre una familia que vivía al costado de una autopista) repite varias de las ideas con las que organiza la dinámica de sus universos: personajes fuertes, abandonados a su suerte y lastimados por la crueldad del mundo que los rodea.
Está en juego siempre la adaptación como supervivencia y el desarrollo de una resilencia disfuncional, que termina siempre por golpear al espectador hasta ganarlo para su lado.“L’enfant…” arranca con Simon (Kacey Mottet Klein), un niño de 12 años que vive en las cercanías de un gran y lujoso centro de esquí junto a su hermana Louise (Lea Seydoux).
Son marginales y viven solos y han desarrollado la capacidad de robar a los turistas ricos para poder sobrevivir.
En realidad, Simon hace eso. Louise, una adolescente rebelde e inestable, se dedica a su vida amorosa y disfrutar de los beneficios que le trae el dinero que genera su hermano menor.
Ellos viven cerca del telesférico que asciende a la villa superior, marcando curiosamente que ese medio es el que debe usarse para “acercar” ámbos mundos. Nuestro joven protagonista es muy hábil en lo que hace, pero nunca hay que perder de vista que es sólo un niño… Y está solo. Simon aprendió a sobrevivir a base de mentiras, engaños y negociados.
Sólo conoce eso. Louise, en cambio, siempre está a la deriva, tanto… que su pequeño hermano muchas veces tiene que cuidarla. Meier nos habla de la niñez perdida, del dolor de estar solo y tener que hacer aquello que no está bien hacer para sobrevivir. De un estado rico, como el suizo, al que se le escapa que el protagonista tiene 12 años y no va a la escuela.
Y de una rutina en el exclusivo centro en la montaña, en la que sólo importa el trabajo y donde la división de las clases sociales es fuerte y lacerante para la visión (fíjense el destino de los trabajadores en relación con los visitantes).
Simon inventa una familia, un perfil, para poder ser alguien entre los turistas de la clase acomodada.
Quiere ser parte de ese mundo, porque la realidad de su derruído hogar al pie de la montaña es demasiado para su pobre psiquis. Pero la sostiene, porque allí tiene a su único lazo filial en pie, su hermana.
Aunque el costo, como siempre, terminará siendo más alto de lo esperado… En definitiva, “ L’enfant…” es película muy bien fotografiada y actuada. Lo que si hay que reconocer es que busca instalarse rápidamente dentro del cine social de denuncia y quizás eso le quite sorpresa.
También es justo decir que su guión no descolla, pero es tanta la calidad de sus intérpretes que compensa algunos desniveles narrativos con facilidad.
Si lo tuyo es el cine europeo, seguramente es una buena oportunidad conocer a Meier y reafirmar con esta visión, sus grandes condiciones como cineasta.