La hermana

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Los otros pibes chorros

El estreno local de La hermana, último film Ursula Meier, en la Sala Lugones, es la oportunidad para descubrir a esta notable directora francesa. En la escena inicial, la cámara se interna en un centro de esquí de los Alpes francoparlantes. La imagen serpentea al ritmo de una figura pequeña e inquieta, oculta en ropa polar y haciendo lo que nadie imaginaría a plena luz: robar. En lo posible, Simon roba objetos valiosos; de última, cualquier cosa desamparada de su dueño. Simon (Kacey Mottet Klein) es un ladrón de alta gama. Baja al humilde barrio donde vive y vende juegos de esquí a amigos apenas más bienaventurados, para poder cocinar y cenar junto a su hermana Louise. Más adelante intentará hacer negocios a mayor escala con Mike (Martin Compston), un cocinero inglés deslumbrado por la habilidad del adolescente. Pero la relación más compleja y focal es aquella que lo ata a Louise (Léa Seydoux). Con su hermana, Simon es protector y posesivo de un modo que sólo se comprenderá al final de la película.
Meier calibra artesanalmente la madeja de esa relación y muestra sin golpes bajos la realidad del pequeño ladrón. En una gran escena, en el bar del centro de esquí, Simon, en su precario inglés y camuflado como un esquiador más, se gana la confianza de un turista norteamericano que deja a su cuidado sus pertenencias. Cuando al regresar descubre el robo, el turista persigue a Simon hasta maniatarlo, y entiende que debe exhibir su bolso al público para no ser victimario. Serán apenas dos o tres minutos, cargados de una violencia que deja en offside al más violento cine de acción.