La herida y el cuchillo

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

Emilio García Wehbi fue uno de los fundadores de El Periférico de Objetos, un grupo clave del teatro alternativo argentino. Es un artista interdisciplinario que desde hace años trabaja obstinadamente y sin pausa en el cruce de lenguajes escénicos, siempre con propuestas destinadas a provocar la reflexión, a incomodar, a incentivar al espectador a correrse de su zona de confort. Su campo de acción se restringe necesariamente al circuito independiente y al ámbito del teatro público.

La herida y el cuchillo es ideal para aquellos que ya están familiarizados con su particular estética, pero también puede funcionar como una puerta de entrada para empezar a conocer su singular obra, que es vasta y muy diversa.

Fiel al espíritu del personaje que retrata, el film no responde al canon de las narraciones clásicas. Es más bien una especie de poema visual que funciona como estímulo para conectar con el viaje particular de Wehbi, autor de óperas, performances e instalaciones que siempre navegan por los márgenes de la producción cultural, poniendo el foco en la crisis, el azar y la inestabilidad.

Hubiera sido contradictorio que una película destinada a poner en relieve su labor -en este caso, la de los últimos cinco años, con puestas como Vértigo , Orlando y la trilogía de la Columna Durruti- fuera convencional. Su carácter anómalo refleja con precisión el espíritu creativo de este voluntarioso explorador.