La guerra silenciosa

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Cuando la fábrica Perrin, perteneciente al grupo alemán Schäfer, entra en crisis, llega a un acuerdo para que sus trabajadores acepten un importante recorte salarial con el fin de salvar la compañía. El acuerdo incluye proteger los trabajos por cinco años, pero dos años más tarde la empresa decide cerrar, dejando en la calle a mil cien empleados. Frente a esta situación, el líder sindical Laurent Amédéo, conduce a los trabajadores a la resistencia y a enfrentarse a la empresa para que cumpla lo pactado.

Este trabajador (interpretado de forma sobria, creíble y brillante por Vincent Lindon) es honesto y actúa en base a sus convicciones, tomando las decisiones que cree mejores para todos. La película juega al tono documental, a punto tal que una persona distraída que no conozca al protagonista podrá creer que no se trata de una ficción. Si bien la película no transita por lugares novedosos y no tiene el impacto de un clásico de este estilo como fue Recursos humanos de Laurent Cantet, la potencia narrativa que logra es indiscutible.

El mayor valor de la película consiste en observar de manera minuciosa el comportamiento de una persona honesta frente a una situación injusta de una enorme complejidad, liderando a un grupo que originalmente se mantiene unido pero que luego comienza a destruirse, reclamándole al protagonista por las decisiones que ha tomado. Aun sin agregar nada nuevo y con un tramo final carente del rigor inicial, la película es más entretenida que profunda, y su herramienta principal, el verosímil de documental de los primeros dos tercios, no le alcanza para elevarse como un título relevante o fundamental del cine político.