La Guayaba

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Duro retrato de la trata de mujeres

Nuestro cine ha expuesto el negocio de la trata de blancas en varias ocasiones. Sin ir más lejos, "Mujeres perdidas" (1964, sobre historia de Dalmiro Sáenz), "La mala vida", "El camino del sur", "Frontera Sur" (estos tres, ambientados en tiempos de la mafia Zwi Migdal), el sexploitation "Las esclavas", donde Rodolfo Ranni resolvía el problema a lo Rambo, el sugestivo corto de Martín Salinas "Bajo un cielo azul", y sobre todo "La mosca en la ceniza", de Gabriela David, estrenado en 2009 pero filmado antes que se conociera la telenovela "Vidas robadas", de indiscutible importancia.

"La guayaba" fue hecha por gente de Misiones, provincia castigada por la trata, según denuncia la Organización Internacional para las Migraciones. El título remite a los buenos momentos del hogar, cuando una adolescente y su hermanito se iban de noche a comer guayabas al pie del árbol, y contemplar estrellas. Más adelante, en su triste pieza, la chica dibujará estrellas en el cielorraso con la birome que le deja un cliente. No vale la pena usar esa birome para arrojar afuera pedidos de auxilio. Perla Pezelorska pudo hacerlo porque su ventana daba a una calle del Once, pero ella está encerrada en una mísera whiskería al costado de alguna ruta (la 14, km. 141, se oye por ahí).

La explotación es reducida: la entregadora (la típica señora amable que convence a una inocente para ir a trabajar "a una casa de familia de Buenos Aires"), el cafisho, la madama joven que entró al negocio por gusto y por amor al hombre que la domina, como se deduce de una fugaz charla con la madre, y el barman, que vigila a las tres o cuatro cautivas de turno, y mensualmente les aplica una inyección anticonceptiva que interrumpe la menstruación (un modo de evitar que "se pierdan días de trabajo"). Maltrato inútil, sordidez, miseria moral y mental. Si alguna se enferma, ya traerán otra. Hay muchas whiskerías semejantes a lo largo de las rutas argentinas. También hay una ley nacional pero parece que todavía no está en plena vigencia.

Para nuestro personaje, la salvación vendrá de un modo novelesco, a través de un viejo reblandecido y vicioso que no es tal. Ese, y otro personaje, tienen un pasado setentista que por suerte el guión apenas sugiere. Lástima que el guión tampoco incluya ciertos detalles que hacen a la continuidad dramática y la credibilidad general, pero igual es claro.

Protagonista, Nadia Ayelén Giménez, la del corto "María", de Mónica Lairana, que también expone la sordidez en que se encuentran "las blancas". Autor, Maximiliano González, iguacense que en su obra anterior, "La soledad", había expuesto el problema del embarazo infantil en su provincia. Música, excelente, Raúl Barboza y Osvaldo Aguilar. En el reparto, Lorenzo Quinteros, Bárbara Peters, Marilú Marini en particular caracterización, Raúl Calandra, la rubia Gabriela Licht, Sandra Grandinetti como la madre de la madama, Tamara Garzón, María Lopategui, Paula Sartor.