La gran muralla

Crítica de Patricia Relats - El Espectador Avezado

Si yo tuviera que definir al cine épico, siempre empezaría relatando el discurso que dice Aragorn a las tropas humanas ante las puertas de Mordor mientras todos corren gritando “muerte”. Bueno, resten unos orcos, un ojo maldito, sumen a Matt Damon y una muralla y tan errados no estamos.
La Gran Muralla cuenta la historia de una tropa de elite que está defendiendo los límites entre el mundo de los humanos y unos monstruos particulares que se alimentan de carne humana. Cuando el presagio aparece, los guerreros deciden quedarse porque por fin sienten que la batalla va más allá de la recompensa: es su deber.
Podría hacer un listado enorme de elementos que fallan en la historia o que son demasiado básicas y por eso a esta cronista no la matan de amor, pero no hay manera de dejar de verla. No existe. Zhang Yimou puede encantar serpientes con su estética, su manera de mover la cámara, su lógica del montaje rítmico y como nos va engatusando en el cuento. El director de Hero y La casa de las dagas voladoras otra vez me deja clavada a la butaca y no puedo hacer nada al respecto.
Este film es el primer tanque en ser grabado en su totalidad en China, con lo cual tiene una lógica de establecer un estándar de calidad y entrar en una lógica mundial diferente. Sin dejar de lado que la taquilla China es deseada por absolutamente cualquier productor mundial.
Matt Damon tiene un carisma especial y sus dotes de actor lo destacan mucho. Pedro Pascal, que el mundo entero parece haber descubierto ahora funciona como un acorde wing man y Willhem Dafoe aparece en cámara y con esa voz medio ronca se roba todo. Pero esto es todo lo que tiene la historia y es por la razón más básica de todas: y es que el plot es casi nulo.
Donde intentan establecer una relación entre la mitología, lo ancestral y estos bichos con lógica de aliens de Ridley Scott termina siendo un poco repetitivo y vacío. Las escenas de batallas funcionan bien porque la capacidad de mover la cámara, de usar la imagianción del espectador bañando de niebla por momentos, haciendo planos cerrados por otros y por momentos podemos seguir a seres azules casi acróbatas tirándose desde la muralla, que nos distraen. Pero la película termina y entendemos que no vimos más que espejos de colores.
¿Por que no verla? Porque todo lo que pensás que va a pasar pasa. Incluyendo la guerrera preciosa de la que se enamora en la Muralla. Todo eso que es el “vicio del género”, está. Si buscás la esencia China, no está. O si está, está muy lavada en la lógica Hollywoodense.
¿Por qué verla? Porque cuando hablás de estética y de amor al cine, es importante ver lo que está bien, versus lo que está mal. Este hombre HABLA colores. Es impresionante cómo maneja los tiempos, las tonalidades, los movimientos de cámara. Es alucinante. Y, seamos sinceros, si te gusta el género, un poco esperás el momento en el que se te pone la piel de gallina frene al sacrificio, a la lucha por la verdad, a la música monumental. Un poco vas buscando esto. Y te lo da.