La gran aventura Lego

Crítica de Paula De Giacomi - La mirada indiscreta

En construcción

La gran aventura Lego no es sólo una película de animación para chicos, porque como suele suceder (de manera más o menos explícita) siempre hay una ideología que subyace en cualquier tipo de relato cinematográfico y este no será la excepción.

La película nos cuenta las aventuras de Emmett, un ser común que trabaja como obrero, que por circunstancias azarosas encuentra un objeto que puede salvar al mundo de las garras un villano llamado Señor Negocio. Este malvado digita el universo Lego en el que Emmett y tantos otros seres aparentemente felices desarrollan su vacía existencia. Controlados por cámaras de seguridad y por la televisión, este mundo apacible baila al ritmo de una pegadiza canción que parece tenerlos hipnotizados a todos. El objeto en cuestión es una simple tapa para cerrar un pegamento que el villano querrá utilizar para dejar petrificado al mundo. ¿Para qué? Para que nada cambie y todo permanezca intacto y perfecto. Así el Señor Negocio luchará por seguir teniendo el control, acompañado por un escuadrón de soldados-robots llamados los Gerentes Obsesivos, liderado por un policía esquizofrénico con doble personalidad. Cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia.

El elegido para rescatar al mundo, nuestro antihéroe Emmett, se unirá a una lúcida chica llamada Estilo Libre que junto a un místico viejito ciego llamado Vitruvius, intentarán hacerle frente a las fuerzas malvadas del Señor Negocio. La película está plagada de superhéroes como un galante Batman, Superman, la Mujer Maravilla, Linterna Verde, personajes de la vida real como Abraham Lincoln, Shakespeare, Shaquille O’ Neal, y está repleta de referencias a películas como La Guerra de las Galaxias, El Señor de los Anillos, Piratas del Caribe, Transformers y The Truman Show. Pero hay una vuelta de tuerca porque este espacio de juguete tiene un correlato con el mundo humano, y es ahí donde aparece en escena Will Ferrell, que representa el misterioso Hombre de Arriba, un padre de familia que lucha para que su hijo (un chico de unos doce años) no toque sus preciados Lego.

La película divierte y el objetivo número uno está cumplido. Pero además tiene una fuerte crítica a una sociedad dormida y aburguesada, en donde la estabilidad es el bien más admirado y donde el control del estado está más presente que nunca. En contraposición a esto, tenemos como resultado la liberación (la revolución y la anarquía en primera instancia) y la construcción de un universo propio. En este nuevo mundo todos son diferentes, pero especiales en su individualidad y unidos hacen a la fuerza. Todo un planteo sociológico. En esta nueva sociedad prevalecerá la imaginación, la creación, la racionalidad y la alianza, hasta con quienes parecía imposible negociar. Las fuerzas opuestas se unen y la armonía gana la partida. Nada nos resulta ajeno mientras vemos la película y cuando termina este torbellino de coloridas piecitas de Lego para armar, llegamos a la conclusión que nuestro mundo de carne y hueso se parece más de lo que creíamos a ese falso mundo de plástico.