La gran aventura Lego

Crítica de Martín Chiavarino - A Sala Llena

Elogio del hombre ordinario.

La construcción de la identidad comienza jugando en la infancia, aprendiendo, imaginando y relacionándose con los objetos disponibles alrededor. Cualquier cosa puede ser un juguete para un niño, no solo los objetos de consumo destinados a ese fin por las empresas. Cuando solo podemos ver un juguete a partir de la publicidad sin crearlo con la imaginación, ya es muy tarde para jugar, solo estamos consumiendo.

La Gran Aventura Lego (The Lego Movie, 2014) es un film de animación infantil que recupera muchas figuras e íconos de la cultura de los años ochenta del siglo XX en un homenaje que cuestiona los consumos de la actualidad y la ampliación del mercado de los juguetes a franjas etarias mayores.

La construcción conceptual de la película dirigida y escrita por Phil Lord y Christopher Miller (Lluvia de Hamburguesas, Cloudy with a Chance of Meetballs, 2009) gira en torno a dos ejes bien definidos. Por un lado, la historia narra la edificación de la identidad de Emmet, un obrero de la construcción en Ciudad Ladrillo, que solo sabe seguir las instrucciones e imitar lo que ve sin cuestionarlo. Por accidente, Emmet se aparta de su rutina y se convierte en el elegido de una confusa profecía en la que debe salvar al mundo Lego de la destrucción por parte del Señor Negocios, un tirano perverso que gobierna los diferentes mundos cual Gran Hermano.