La gran aventura LEGO 2

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Y así se mata otra franquicia. Si Lego Ninjago: la Película (2017) daba signos de agotamiento, La Gran Aventura Lego 2 es el clavo final en el ataúd de una saga que salió de la nada, sorprendió a todos y se agotó tan rápido como apareció. Parte del problema es darle la secuela a un director inepto – Mike Mitchell, que tiene cosas potables como Sky High, Escuela de Superhéroes y Bob Esponja, un Héroe Fuera del Agua, pero también bodrios como Gigoló por Accidente, Alvin y las Ardillas 3 y Shrek 3 -, que es incapaz de entender cuál era la magia del filme original. Hay algunos momentos logrados, hay errores narrativos y hay un tercer acto entreverado e insatisfactorio que no sigue la lógica de la sucesión natural de los hechos como debiera.

En The Lego Movie 2 el universo de Emmet es amenazado por la invasión de una raza de aliens de color rosa, los cuales disparan simpáticas estrellitas explosivas y arrasan todo antes de que pueda terminar de re construirse. El resultado final es un mundo post apocalíptico a lo Mad Max en donde los supervivientes viven en el desierto – entre los restos de su antigua civilización -, han descendido a la barbarie y aguardan de que los aliens los localicen para librar la inevitable batalla final en donde llevan todas las de perder. Al estilo de El Imperio Contraataca, una sonda los ubica y secuestra a sus mayores líderes – Benny el Astronauta, Unikitty, Batman, el pirata MetalBeard y Estilo Libre, la cual se ha convertido en una especie de ninja y es incapaz de encontrar el punto débil de los invasores para poder derrotarlos -, y Emmet se ve obligado a sacar coraje de donde puede para salir pitando a rescatar a su amada y a sus amigos.

Si todo esto suena muy piola, la ejecución deja mucho que desear, especialmente porque Mitchell interrumpe a cada rato el relato intercalando molestas escenas con actores. Claro, lo que ocurre en el mundo de Emmet es un paralelo de lo que sucede en el mundo real, en donde la hermana menor del chico protagonista desea jugar con él usando su propio set de fichas Lego – llena de princesitas y ladrillos rosa– y el pibe insiste en echarla. Lo que sigue es una guerra entre hermanos en donde la chica es la mas tenaz y destructiva, desarmando los proyectos del pibe, robándole piezas de todo tipo y construyendo toda clase de abominaciones ya que tiene menos de diez años. No solo los chicos son malos actores sino que se suma a ellos la insoportable Maya Rudolph – eterna comediante sin gracia – como la sufrida madre de turno.

Si el fondo del relato podía ser emotivo – hablamos del perdón y la comunión entre hermanos al bajar las armas y aprendiendo a jugar juntos -, Mitchell se da maña para arruinarlo por la mala puesta en escena. Mitchell se siente mas cómodo con el mundo animado, plagado de parodias y chistes pop (incluyendo un aventurero espacial que tiene un ejército de raptores como mascotas y que también es interpretado por Chris Pratt), que en el mundo real donde las perfomances son abominables. Cada escena live no aporta nada al relato sino que solo contribuye a arruinar el momento cómico del filme. Y a esto se suma un exceso de canciones – al final los personajes se lo toman en broma -, la mitad de las cuales es potable. Pero todas las cualidades formidables del filme original se perdieron en el camino, la sorpresa (del paralelo en el mundo real) se ha convertido en un insufrible impedimento narrativo, y buena parte de la gracia se fue por el drenaje. Si a esto le sumamos que el filme apenas recaudó 100 millones de dolares (frente a los 500 del filme original), esta visto que el interés en la franquicia se ha perdido y The Lego Movie 2 es el peor intento por revivirlo. Una lástima considerando el enorme potencial y la gran cantidad de talentos reunidos.