La gran apuesta

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

La timba financiera

La crisis económica mundial de 2008, contada con humor y pedagogía.

¿Cómo hacer una película que explique la crisis de la economía mundial de 2008 y que sea atrapante, divertida y didáctica a la vez? La gran apuesta es una respuesta posible. Adam McKay puso su habilidad para la comedia -es conocido por su sociedad con Will Ferrell en Saturday Night Live, el sitio Funny or Die y películas como Anchorman o The Other Guys- al servicio de una historia trágica: la estafa a gran escala con bonos de hipotecas inmobiliarias que llevó al famoso colapso del que el mundo todavía está intentando recuperarse. El resultado es, a la vez, una comedia negra, un drama y una película de denuncia.

Está basada en el libro The Big Short, de Michael Lewis, que cuenta la historia de un grupo de personajes marginales del mundo de las finanzas que vieron venir el estallido de la burbuja y quisieron beneficiarse con la catástrofe. Es una película sobre Wall Street, pero aquí no hay ningún Gordon Gekko o Jordan Belfort; no hay glamour ni despiadados ejecutivos, no hay fiestas con sexo salvaje y drogas. Se muestra el lado B de la especulación: tres grupos de antihéroes que ven el fraude y la mentira del sistema financiero y lo denuncian a su manera, apostando contra bonos supuestamente infalibles.

Son personajes fascinantes, inspirados en los verdaderos protagonistas, con un potencial dramático explotado al máximo por un dream team de actores encabezado por Christian Bale, Steve Carell, Ryan Gosling y Brad Pitt (también productor). La historia está contada vertiginosamente, con cantidad de recursos para evitar que se haga un pesado e incomprensible fárrago de números. Los personajes rompen a menudo la cuarta pared, dirigiéndose al público; hay gráficos ilustrativos; patchworks de imágenes de cultura pop yanqui -y, por lo tanto, mundial-; y, en un esfuerzo para que nadie se quede afuera, aparecen celebridades -Margot Robbie, un guiño a El lobo de Wall Street; Selena Gomez; el pope económico Richard Thaler; el chef Anthony Bourdain- explicando los complejos términos financieros para que los entendamos todos.

Y, así y todo, es complejo darse cuenta exactamente de qué está pasando, aun siguiendo la trama con atención. Hay todo un vocabulario técnico que para los legos es difícil de adquirir en 130 minutos. ¿Qué es un swap, un CDO, un subprime? Ese es el talón de Aquiles de La gran apuesta: los yanquis suelen ser lo suficientemente obvios como para que ningún posible consumidor se quede afuera de sus historias, y aquí, cuando esa obviedad era tan necesaria, no está aplicada en las dosis que necesitamos los analfabetos económicos.

Este reparo no deja de ser también un elogio, porque significa que se trata de una película inteligente, que despierta muchas preguntas y arroja por lo menos una conclusión clara. Que parece remanida, pero por estos días vale la pena recordar: el mundo financiero es una timba sin otro motor que la codicia. Y darle poder político es mucho más peligroso de lo que podría pensarse.