Graduación

Crítica de Jorge Marchisio - Loco x el Cine

Romeo es un hombre apático de 50 años, que con un matrimonio arruinado, sus únicos momentos de felicidad se basan en que su hija cumpla los planes que ideó para ella. Cuando los exámenes definitivos de la joven Eliza se acercan, ella es atacada en la calle mientras Romeo empieza a sufrir ataques de vandalismo. Ahora el mundo de este hombre se empieza a desmoronar, mientras él intenta mantener el control de todo.

Desde Rumania y con unos meses de retraso nos llega Graduación (Bacalaureat en su nombre original), un film que quizás a primera vista para el público acostumbrado a otro ritmo en las películas, pueda resultar un poco denso o bastante lento; pero si uno hila muy fino, puede encontrar cosas bastante interesantes.

Una de ellas es ver como un hombre que en apariencia tenía todo, es decir, un buen trabajo, una familia armada, una hija inteligente que esta por recibirse con un promedio casi perfecto, en realidad usa todo esto como pantalla para ocultar su vida bastante fría y desabrida… en realidad su hija tiene sus propios planes, su matrimonio no existe y empieza a tener problemas en el trabajo.

Pero así como tenemos todo eso que se ve por debajo como interesante en Graduación, también hay un personaje que se torna insoportable a los pocos minutos de metraje, y son básicamente por dos razones.

La primera de ellas es que cuesta empatizar con una persona infiel, que a su hija casi la violan y a él solo le interesa mantener las apariencias, cubriendo el inminente divorcio o más preocupado para que la chica de un examen a que se reponga del ataque que sufrió y que para toda mujer representa uno de los peores miedos.

Y el otro motivo es por la actuación de Adrian Titieni, quien pese a interpretar a alguien que oculta todo lo que pasa a la vista de los demás, no mueve un musculo facial en toda la película. No sabemos si esto fue por pedido del director Cristian Mungiu, para resaltar la apatía de Romeo, o por propia decisión del actor.

Y ya que hablamos del director, vale recalcar el buen uso de la fotografía que realiza. En todo momento se nos retrata una Rumania fría y casi muerta en vida, muy a tono con lo que se nos quiere representar con el personaje de Romeo.

Graduación no es una película para todo el mundo, y por desgracia pasará desapercibida en las salas argentinas entre tantos live action de films animados. Pero para aquellos que quieran ir al cine a ver algo distinto, o gusten de las pocas películas europeas no españolas, inglesas o francesas que nos llegan, Graduación se presenta como la mejor opción para el fin de semana.