Graduación

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

Al cruzar el límite

El director Cristian Mungiu (4 meses, 3 semanas y 2 días) retorna su crítica sobre la sociedad rumana al cuestionar dilemas éticos y morales en este film ganador del premio a la mejor dirección (ex aequo con Olivier Assayas por Personal Shopper) en el festival de Cannes.

Graduación (Bacalaureat, 2016) parece una película argentina sin serlo: presenta un realismo asfixiado por la corrupción estructural pero con el acento en las decisiones de cada ciudadano que sostienen y profundizan tales faltas éticas. En ese contexto problematiza el rol de la educación formadora de los individuos, tanto la institucional como la familiar, plagadas de una doble moral en la que la hipocresía evita la transmisión de valores positivos.

Tal es el caso de Romeo (Adrian Titieni), un padre de familia que hace lo imposible para que su hija adolescente Eliza (Maria-Victoria Dragus) rinda con buenas calificaciones los exámenes tras sufrir un ataque sexual en la vía pública. Separado de su mujer Magda (Lia Bugnar) y conviviendo con su amante Sandra (Malina Manovici), el hombre lleva su vida con normalidad sin cuestionarse su doble vida. Pero la situación se transforma en un problema a los ojos inocentes de su hija, cuya alma -aún no corrupta- condena el accionar de su padre. El otro niño determinante para la historia es el introvertido hijo de su amante, quién utiliza una máscara y reacciona de manera violenta ante la realidad incómoda que vive.

En la elaboración cinematográfica Cristian Mungiu pone su cámara encima de sus personajes, los sigue de cerca en ambientes cerrados para generar una tensión aún mayor. La acción queda fuera de campo, oculta para los ojos de los personajes -quienes eligen mirar para otro lado- y también para el espectador: no vemos ni la violación inicial ni el origen de la piedra que rompe la ventana, se busca centrar la mirada no en el hecho, sino en las consecuencias del mismo.

De esta manera Graduación trabaja sobre las decisiones que desencadenan tragedias urbanas, que se manifiestan en el interior de los protagonistas y producen una catástrofe consumada. Una aguda crítica social que pone en jaque la idiosincracia rumana y la trasciende, siendo un espejo también para cualquier otro país que quiera verse reflejado de forma cruda y frontal en ella.