Graduación

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

“La graduación”, o cómo una mano lava la otra

"¿Y vos todavía creés en los concursos? ¡Cuñas, amigo, cuñas!" Esta frase pertenece a la comedia argentina "Los tres berretines", de 1933. No la dicen en la película rumana que ahora vemos, pero ronda en el aire. Para gozar de su beca en Cambridge, una estudiante debe graduarse con el mayor puntaje en los exámenes. Pero sufre un ataque callejero que la deja física y anímicamente en desventaja. Le será difícil completar las pruebas en el tiempo establecido. ¿Qué puede hacer un padre?

Lo que comienza con un pedido de consideración, sigue, se enreda y se hunde cada vez más. Nosotros decimos que una mano lava la otra. También, devolución de favores. A un nivel más alto, tráfico de influencias. En el caso del padre que aquí nos ocupa, se agregan ciertos bemoles.

Médico exiliado durante el régimen comunista, volvió con la esperanza de ayudar a reconstruir el país. Por eso trabaja en un hospital público, pero en el fondo todo sigue igual y su única esperanza es lograr que la hija se reciba y se vaya. Así es como el médico termina haciendo lo mismo que criticaba. Y la hija y la mujer lo observan. También la policía.

Cristian Mungiu, el mismo de "4 meses, 3 semanas y 2 días", sigue con la costumbre de los planos largos, la expresión contenida y la ausencia de música, pero enhebra las situaciones de tal modo que mantiene el suspenso. Y deja pensando. Para el final, un elogio al formidable Petre Ciubotaru, el gordo que hace de corrupto bonachón, y al guionista, que es el propio Mungiu, y una reflexión: si esta película fuera doblada, creeríamos que es argentina.