La fuerza del amor

Crítica de Laura Osti - El Litoral

El retrato de una dama

La película The Lady, titulada aquí como “La fuerza del amor”, me dejó la sensación de que la combinación entre el guión de Rebecca Frain, la dirección de Luc Besson y el personaje protagónico fue una buena elección. El producto resulta un encuentro de estilos que parecen compatibles. Más si se tiene en cuenta que el film trata de hacer un relato biográfico de una persona de la vida real contemporánea de los realizadores.

Aung San Suu Kyi es líder de la oposición de Birmania, pacifista, Premio Nobel de la paz 1991, hija de un militar que luchaba por la república y fue muerto por las fuerzas dictatoriales cuando ella era una niña. Suu Kyi creció y se educó en Inglaterra, donde se casó con un médico, Michael Aris, y tuvo dos hijos.

La historia que cuenta Besson se concentra en los años en que Suu Kyi regresa circunstancialmente a su tierra para ver a su madre enferma y ya no puede regresar a Inglaterra, porque su país está sumergido en luchas sociales entre la cruel dictadura y fuerzas populares que quieren una democracia, entre las que juegan un papel relevante los grupos estudiantiles.

El retrato de la protagonista que ofrece el film, encarnado por la actriz Michelle Yeoh, parece fiel y respetuoso, y muestra a grandes rasgos las características de esta mujer que tiene que afrontar desafíos ineludibles. Siendo la hija de un líder de la oposición asesinado por el régimen opresor, es vista por unos como un referente para encabezar las protestas y por otros, como un serio peligro, una amenaza. Suu Kyi no vacila en asumir el legado espiritual de su padre y, bajo la inspiración de Gandhi, pregona la resistencia pacífica. Pero tiene que elegir entre sus dos amores: su marido y sus hijos británicos o su patria.

Su esposo, un médico y profesor universitario, es su compañero perfecto, la apoya, la cuida, la protege, aunque deban estar separados, ya que a él le restringen el ingreso a Birmania y ella, si llegara a salir, ya no podría volver a ingresar.

El país oriental vive tiempos convulsionados, de mucha violencia y opresión, y el caso de Suu Kyi, bajo arresto domiciliario, llega a los estrados internacionales, y pronto la Organización de las Naciones Unidas asume que debe intervenir. El Premio Nobel de la paz, que la mujer no pudo recibir personalmente, fue entregado a su marido y sus hijos, y fue la manera con que el organismo dejó claro que había tomado nota del problema en Birmania y también una firme señal de su posición al respecto.

Hoy, Suu Kyi ya puede moverse libremente por el mundo, y sigue llevando adelante su trabajo promoviendo la democracia, la paz y la tolerancia.

Besson, con su estilo ni muy duro ni muy blando, y con ese lenguaje que busca una síntesis entre la mirada estética, el entretenimiento y la narración de hechos que merecen conocerse, logra acercar al espectador al aspecto humano e íntimo de una figura pública, influyente, respetada y controversial. ¿Es ficción? ¿Es documental? ¿Es propaganda? Es un poco de todo eso y resulta interesante.