La fuente de las mujeres

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

Solidaridad femenina, indignación masculina

"¿Leyenda o realidad? Leyenda, por supuesto. ¿Existe la realidad?" Con este cartel se inicia esta película del cineasta rumano Radu Mihaileanu, formado y radicado en Francia, de quien se conocieron en nuestro país El tren de la vida, Ser digno de ser y El concierto.
Pero más que una leyenda, la película es una fábula reivindicatoria contra la discriminación y el sometimiento de la mujer en la cultura musulmana.
El Islam rige la vida del musulmán y la familia es el centro de las normas sociales. El matrimonio representa el estado ideal y la mujer está destinada a cumplir el papel de esposa, madre y educadora de los hijos. Y aunque el Corán obliga al hombre a respetar a la mujer, en la realidad es considerada, por muchos, "una ciudadana de segunda categoría".
La fuente de las mujeres está ambientada en una aldea de un país innominado, a medio camino entre el Magreb y Oriente Medio, donde se habla un dialecto árabe. Es una tierra áspera, desértica y castigada por una prolongada sequía.
Mientras los hombres holgazanean, las mujeres deben ocuparse de los quehaceres de la casa, criar a sus hijos y buscar agua desde una única fuente, situada en una montaña cercana, a la que se accede por un camino escarpado y pedregoso.
Cansadas de esta tarea, se rebelan. Una de ellas, llamada Leila --bella, ilustrada y casada con el maestro de la aldea--, propone una "huelga de amor" o "huelga sexual".
Varias mujeres se escandalizan y se resisten, pero poco a poco se van sumando a la rebelión, inclusive a riesgo de tener que soportar palizas de sus maridos. La propuesta de las mujeres es que los hombres se hagan cargo de transportar el agua.
La historia está inspirada en Lisístrata , de Aristófanes, representada por primera vez en el año 411 a. C., sobre un grupo de mujeres griegas que consideran que la mejor forma de terminar la guerra del Peloponeso es decretar la abstinencia sexual. También en un episodio ocurrido a comienzos de 2001 en un pueblo de Turquía.
Y mientras se rodaba el filme, las mujeres de Barbacoas, al suroeste de Colombia, se declararon en "huelga de piernas cruzadas" con el fin de obligar a sus maridos a presionar al gobierno para que se construya una carretera que permitiría conectar al pueblo y salvar vidas.
El relato incluye secuencias de danzas populares, escenificación de rituales, algunos toques de humor y una ajustada descripción de la solidaridad femenina y de la indignación de los hombres, que oscilan entre la ira y la incomprensión frente a la rebeldía de sus esposas.
Pero a pesar de esas bazas y que el guión es el fruto de una investigación en la que intervinieron sociólogos, antropólogos y filólogos, el resultado es una historia ingenua para un tema tan complejo, algo esquemática, desordenada y cargada de tópicos sobre la cultura musulmana.