La forma exacta de las islas

Crítica de Ernesto Gerez - A Sala Llena

El lugar de las respuestas.

Para la mayoría de nosotros las Malvinas son un misterio. Seguramente a muy pocos argentinos se les cruce por la cabeza hacer un viaje a las islas. Algunos las tendrán negadas por la derrota, otros porque dejaron su piel y sus amigos, y la mayoría simplemente porque lo poco que sabemos es que son frías, áridas, y tan cercanas para reclamarlas nuestras como lejanas para visitarlas. Ahí, en el misterio de las islas, se mete el documental de Daniel Casabé y Edgardo Dieleke, porque como bien nos aclaran al principio, esto no es una película sobre la guerra; de hecho, en algún punto, vuelve a ser una película sobre amigos. Como su genial ópera prima Cracks de Nácar, donde los gigantes Morelli y Serra jugaban a su fútbol de botones y tiraban anécdotas cien veces más graciosas que un show entero de cualquier standupero de avenida Corrientes. Claro que a diferencia del tono cómico de Cracks…, hay acá un registro trágico. Incluso los tiempos de los planos se acomodan a la soledad y a la rudeza de las islas. La verborragia y la comicidad son reemplazadas por las palabras medidas de protagonistas de historias de dolor y de pérdidas; eso sí, siempre desmarcándose bien de la sensiblería y el lugar común.

Carlos y Dacio, los amigos, son veteranos de la guerra y formaron parte de unas filmaciones de Julieta, el eje central del documental. Julieta Vitullo viajó a las islas para realizar su tesis y de casualidad los conoció. Pensaba realizar un trabajo académico sobre la literatura y el cine en torno a la Guerra de Malvinas, pero, como dice Carlos, sus nuevos amigos le dieron vuelta lo que tenía pensado y se dispuso a seguirlos y filmarlos durante una semana. A partir de esas filmaciones nace La Forma Exacta de las Islas, que por un lado narra la vuelta a Malvinas de los excombatientes, y por el otro, la vuelta de Julieta. Y en estos dos regresos a ese viaje “cambia vidas” y, por qué no, “salvavidas”, nosotros hacemos una visita a esas malditas Malvinas que de otro modo nunca haríamos. Las Formas… es una película dentro de otra y un viaje dentro de otro viaje. Y esa duplicidad se da también en la vida de los protagonistas, así como Carlos y Dacio vuelven porque lo necesitan, porque -cómo dice Julieta haciendo voice over- la víctima es la que necesita volver al lugar del crimen bajo la esperanza de cambiar ese resultado injusto que la dañó, ella también necesita volver para seguir con su vida. Porque así como las islas cambiaron su tesis, la cambiaron entera. Como a Carlos y a Dacio, las islas se le hicieron carne. Ese lugar allá lejos, en la nada misma, ignorado por los ingleses hasta el momento del último conflicto, va a estar cerca nuestro siempre... y bien lejos también.