La forma del agua

Crítica de Mauro Jacobo - Cinélico

Un nuevo clásico instantáneo

"The shape of water" es una de esas clases magistrales de cine que aparecen cada tanto en la gran pantalla. Este nuevo trabajo del director mexicano Guillermo del Toro ("El laberinto del fauno", "Hellboy") es un verdadero clásico instantáneo que llega hondo al corazón de los espectadores, no sólo por su temática inclusiva y trascendental sino también por su demostración de gran amor a la industria del cine.
Para los concurrentes más despistados debo advertirles que este cuento de Guillermo del Toro es por sobre todas las cosas una historia de amor. Tiene fantasía, tiene drama, tiene humor, pero su esencia principal es contarnos acerca del amor de dos seres.
Esto lo digo porque no pude evitar escuchar a algunos espectadores circunstanciales sentirse un tanto despistados por el tipo de película que habían prensenciado. Algunos creyeron que era algo cercano a "El laberinto del fauno" con mucha oscuridad y drama, mientras que otra creían que iban a ver algo más cercano a la fantasía y la acción de una "Hellboy". Esta propuesta tiene una pizca de cada género pero su fuerza está en la construcción del amor de dos marginados.
Lo más maravilloso que tiene este film es la capacidad para contar historias que tiene su director y escritor (asociado también con la guionista Vanessa Taylor). Del Toro crea mundos mágicos espectaculares, atractivos, con monstruos maravillosos y dignos de admirar. El elemento fantástico es relevante en esta historia, pero lo más superlativo es el don que tiene para dotar de humanidad a sus protagonistas.
La trama es simple pero a la vez llena de emociones que nos hacen reflexionar sobre el mundo en el que vivimos. A través de su fantasía del Toro nos invita a romper nuestras estructuras negativas y a aprender a ser felices.
Por el lado insterpretativo no tengo más que odas a las labores del quinteto protagonista, Sally Hawkins, Michael Shannon, Richard Jenkins, Octavia Spencer y Michael Stuhlbarg. Por su lado el ya icónico Doug Jones hace un muy buen laburo en la piel del hombre anfibio, aunque siendo justo es el rol menor del film.
Un película para disfrutar con la mente abierta y los sentidos dispuestos. Un nuevo clásico instantáneo que quedará en lo más alto que nos ha dado la industria del séptimo arte.