La forma del agua

Crítica de Gerald Evans - EL LADO G

La Forma del Agua es, de alguna manera, una versión de Hellboy reimaginada para esta era cínica, xenófoba y divisiva; una historia de amor a la antigua, un thriller cómico/fantasioso de improbables planes de escape y una sátira contundente de todo lo que sale mal en los lugares donde los gobiernos y los gobernados interactúan.

Rápida, ligera, astuta y haciendo honor a un cuento de hadas, La Forma del Agua de Guillermo del Toro es una de las películas más imaginativas y románticas del año. También es una de sus historias más relevantes, al estilo de la clásica de La Bella y la Bestia de aceptación y amor en el apogeo de la Guerra Fría. Una historia improbable que florece con delicadeza.

Escrita por del Toro y Vanessa Taylor, La Forma del Agua es un testimonio del poder del amor, una fuerza tan fuerte que trasciende las barreras humanas del habla y el lenguaje, ya que no hay palabras intercambiadas entre los dos personajes protagonistas, pero no pienses ni por un segundo que no pueden comunicarse, porque lo hacen de la forma más pura, como la intención que quiere transmitir la película, muy al estilo del director.

Elisa (Sally Hawkins), es muda debido a una misteriosa lesión infantil, vive sola en un departamento encima de un antiguo cine, su mayor alegría proviene de ver musicales con su vecino, Giles (Richard Jenkins). El otro protagonista es una criatura anfibia anónima (Doug Jones) traída de las selvas de Sudamérica a una instalación de investigación secreta del gobierno en Baltimore, donde Elisa es parte del personal de limpieza durante la noche.

Richard Strickland (Michael Shannon), el agente del gobierno que arrastró a la criatura fuera del Amazonas, la ve como nada más que una bestia salvaje, un bien que debe guardarse de los soviéticos a toda costa y algo de lo que aprender solo a través de la disección. La criatura responde a la agresión de Strickland con violencia y desde entonces la mantienen encadenada a una fuente de agua a la cual el servicio de limpieza y los investigadores tienen acceso.

Elisa, en una interpretación muy bien lograda, se acerca a la criatura con curiosidad y amabilidad, y recibe lo mismo a cambio. Ella encuentra, en la criatura un espíritu afín, alguien que no se ve obstaculizado por su incapacidad para hablar, que no la ve como menos completa, y sin duda, Elisa es la primera persona en mostrarle a la criatura verdadero afecto.

Así que su vínculo crece, primero sobre una apreciación compartida de huevos duros y música, y convirtiéndose rápidamente en algo mucho más profundo. Cuando el Dr. Hoffstetler (Michael Stuhlbarg) le dice a Elisa que la criatura pronto será asesinada, no hay duda en decidir qué debe hacer. Con la ayuda del doctor, Giles y Zelda (Octavia Spencer), su locuaz compañera de trabajo, saca a la criatura de las instalaciones y la lleva a su bañera dentro del departamento.

Aquí es donde la película realmente despega. Los matices de ensueño suben a la superficie, culminando en un número surrealista de canto y baile, y contrastando fuertemente con Strickland cada vez más desquiciado mientras busca a la criatura en un esfuerzo por salvar más que solo su trabajo.

El villano Shannon y la tierna interpretación de Jenkins lideran un elenco de apoyo excelente. Hawkins, sin el beneficio de lo que típicamente es el arma principal de un actor (el diálogo) da una actuación absolutamente mágica, llena de tanta soledad y calidez. Aunque oculto bajo el maquillaje y los efectos, Jones le da a la criatura un alma real y un corazón inmenso e inmaculado haciéndose querer. Juntos, bajo la dirección delicada y extravagante de del Toro, nos llevan fácilmente a este extraño y hermoso romance que pocas veces logramos ver en la gran pantalla.

El amor absoluto de del Toro por su oficio y esta historia surge en cascada de cada cuadro, un dirección impecable, banda sonora y sonidos adecuados, un montaje de producción digno de fantasías románticas, merecen las 13 nominaciones rumbo al Oscar 2018, donde sin duda debería estar entre las tres principales favoritas. La historia de amor que continúa haciendo su forma en el agua.