La fiesta silenciosa

Crítica de Jorge Bernárdez - Subjetiva

Una pareja a punto de casarse viaja por la autopista a la finca familiar de ella, donde su padre armó la fiesta para cien personas con la que se va a celebrar la unión. En el viaje Laura (Jazmín Stuart) maneja tensa y su novio (Esteban Bigliardi) trata de bajar la intensidad. El padre de Laura (Gerardo Romano) es un juez con vinculaciones, trato campechano de tipo “macanudo” y “paquete”, al que le gusta tener armas (y dispararlas).

La pareja llega a la casa de campo pero la tensión no baja, es más, Laura pelea con el padre y discute con su novio, incluso toma un poco de más según su novio y la observación la molesta a Laura aún más de lo que ya está. Así que después de cenar, la futura esposa se va de paseo y llega hasta la casa de al lado donde se desarrolla una fiesta silenciosa donde la gente baila con auriculares puestos. Laura empieza a besarse con un muchacho y la situación se pone cada vez más caliente.

La escapada nocturna de la novia se complica porque el encuentro caliente deviene en violación y el fin de semana que iba a ser una fiesta termina siendo una noche de violencia, cacería y persecución.

La fiesta silenciosa es una buena muestra de que no se necesita demasiado para armar un relato que atrape al espectador. Los directores Diego Fried y Federico Finkielstain demuestran que conocen el género y que saben narrar. El elenco se completa con Lautaro Bettini y Gastón Cocchiarale, nadie desentona y la película nunca pierde el ritmo y el guión nunca baja la intensidad. Un thriller con sexo, sangre y violencia, que no defrauda.

LA FIESTA SILENCIOSA
La fiesta silenciosa. Argentina, 2020.
Dirección: Diego Fried y Federico Finkielstain. Intérpretes: Jazmín Stuart, Gerardo Romano, Esteban Bigliardi, Gastón Cocchiarale y Lautaro Bettoni. Guion: Nicolas Gueilburt, Luz Orlando Brennan y Diego Fried. Fotografía: Manuel Rebella. Música: Pedro Onetto. Edición: Mariana Quiroga. Duración: 86 minutos.