La fiesta silenciosa

Crítica de Grisel Bercovich - Con pochoclos

El dicho popular afirma que la violencia engendra más violencia. La Fiesta Silenciosa es la tercera película de Diego Fried, un joven director de cine, que -en esta ocasión- se adentra profundamente en el tema de la violencia y el círculo vicioso que la potencia. Una joven, en la angustia del día previo a su fiesta de bodas, se ve atrapada por una fiesta silenciosa en la que se desencadena una sucesión de hechos fatídicos que involucran a su padre y a su novio, de los que no se advierte salida.

Narrada con gran ritmo y refinado suspenso, La Fiesta Silenciosa tiene una bella y trabajada fotografía que nos ofrece un llamativo universo pictórico de color y textura. Entre las muy buenas actuaciones del film se destaca Jazmín Stuart, la protagonista, en un estado de disponibilidad física y emotiva óptimos que cautivan al espectador. Gerardo Romano, en una potente y notable caracterización de primera línea, interpreta un padre de familia de clase alta, poderoso, omnipresente y machista.

En La Fiesta Silenciosa se percibe el ojo de un cineasta gourmet, que a través de los años ha desarrollado una mirada cada vez más propia y sutil. Es un placer degustar esta película, que enfrentándonos a un inquietante universo de violencia, nos interpela como individuos y como sociedad.