La fábrica de sueños

Crítica de María Paula Putrueli - Funcinema

UN SUEÑO DE PELÍCULA

El secreto de mi éxito es una gran película de los años ochenta, protagonizada por Michael Fox, donde el personaje pasa de ser un cartero de una importante compañía a colarse como ejecutivo, sin que nadie se dé cuenta de eso. Aquí sucede algo similar con muchísimo más drama y romance, y en un contexto más imponente desde el lado visual e histórico.

Emil es un soldado que no tiene muy claro su rol en el mundo, pero gracias a su hermano comienza a trabajar como extra en los estudios cinematográficos estatales pertenecientes a la República Demócrata Alemana. Allí conoce a Milou, una joven bailarina, doble de la actriz emblemática del momento. Al inicio del romance todo parece marchar sobre ruedas, o entre bastidores, pero el levantamiento del Muro de Berlín, los deja a cada uno en lugares distintos y todo parece concluir precipitadamente. Pero si algo tiene el protagonista de la historia es la capacidad de reinventarse constantemente: luego de ocasionar no uno, sino varios caos dentro de los set cinematográficos, es despedido por la gerencia. Sin embargo con la confusión y la falta de equipo dentro del contexto histórico mencionado, Emil consigue una secretaria, un escritorio y su nombre en una de las oficinas abandonadas del estudio. Ahora es un joven talento de la dirección cinematográfica (sí, una de las sugerencias del argumento es que cualquiera que no sepa absolutamente nada de cine puede dirigir sin ningún inconveniente una película llena de grandes ambiciones) y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Pero bueno, estamos en el cine dentro del cine, así que cualquier sueño que ande suelto por ahí en los pasillos, puede cumplirse.

Con el objetivo claro de lograr que Milou vuela a filmar en los estudios, Emil escribe un guion para la actriz principal, quien sin duda vendrá acompañada de su doble, y aquí comienza esta historia de amor un poco empalagosa, bastante previsible, aunque ¿qué historia de amor en pantalla no termina siéndolo? El mundo detrás de pantalla, el amor por el cine de cada uno de los integrantes del equipo técnico, y la química entre la dupla protagonista llevan adelante la propuesta que si bien no brilla como los grandes clásicos del cine, resulta una historia llevadera. Y nos recuerda que una de las cosas más lindas que tiene el cine es aquello que nos hace sentir a cada uno de los espectadores cuando estamos en sentados en la butaca, en ese momento mágico, donde cualquier cosa puede pasar y cualquier sueño se puede cumplir.