La extranjera

Crítica de Miguel Frías - Clarín

No soy de aquí ni soy de allá

Se centra en una argentina radicada en Barcelona que regresa.

Para el que vio -ya hace más de una década- Plaza de almas, opera prima de Fernando Díaz, lo que más sorprende de La extranjera es el cambio estilístico del realizador, tras sus años vividos en Francia. Sobre todo en la primera mitad de su nueva película, cuando logra transmitir la realidad externa e interna de su protagonista -una argentina radicada en Barcelona, que regresa por la muerte de su abuelo- con elementos puramente visuales, haciendo buen uso de la elipsis: virtud, también, del montaje.

Todo indica, a través de la lacónica composición de María Laura Cali, que María, su personaje, arrastra una vida desdichada, al menos en España, donde sobrevive trabajando en una discoteca Al volver, viaja a San Luis, a un pueblito llamado Indio muerto, donde su abuelo, que era su último familiar vivo, tenía una chacra. Gradualmente, María parecerá ir encontrando su lugar en el mundo, su destino sudamericano. Pero nada será simple.

Por un lado, como le ocurre a muchos emigrados, termina por ser (sentirse) extranjera en todas partes. Por otro, su conflicto es más vasto e íntimo que el que le plantean los demás. María se siente "extranjera" de ella misma, de su propio deseo: la mirada exterior (desvalorizadora) es apenas una reválida de la propia.

Juan (Arnaldo André), un separado porteño que lleva una vida de hacendado en la zona, un hombre también en fuga, más luminoso que ella pero también confundido, le devolverá -algo así como- la palabra y le dará un prisma nuevo. La relación entre ellos será, como todas las partes que funcionan de la película, ambigua.

El personaje de Roly Serrano, dueño de un almacén que maneja la compraventa de los productos de la zona, también tiene idas y vueltas con María (a veces demasiado subrayadas, abruptas e inverosímiles: obvios puntos débiles de la segunda parte del filme). Sin embargo, con una minuciosa puesta en escena, bella pero no pintoresquista, y el trabajo sobre los clarooscuros humanos, Díaz consigue un filme muy digno.