La extraña vida de Timothy Green

Crítica de Vicky Vázquez - Cine & Medios

Lecciones de paternidad

El destino es cruel e injusto. Aquellos que tienen el potencial para ser los mejores padres del mundo no pueden tener hijos, mientras que otros seres muy imperfectos, sí los tienen. Pero afortunadamente existe la magia, una magia que surge de nadie sabe dónde, pero que logra resolver en cuestión de minutos ese desequilibrio del mundo.
Jim (Joel Edgerton) y Cinthia (Jennifer Garner) están devastados tras la confirmación de que no van a poder ser padres biológicos. La noche de ese día fatídico, llanto mediante, imaginan cómo sería ese hijo que anhelaban, y escriben cada característica en papelitos que guardan en una caja. Así, arman un prospecto de hijo basado en expectativas, idealizaciones, y también algo de vino.
Entierran la caja en la huerta que Cinthia tiene en el jardín, durante la noche ocurre el milagro, y, casi como en el cuento de Pinocho, aparece un niño de verdad, Timothy (CJ Adams), producto de todos esos sueños y frustraciones que fueron a parar a la cajita. El resto de la película tendrá que ver con esta nueva experiencia de ser padres, y, de rebote, cómo Timothy afecta, por supuesto que para bien, la vida del resto de su familia y todos los habitantes de este pequeño pueblo rural.
Enmarcado en un lugar bellísimo, con muchas imágenes apoyadas en el concepto de naturaleza que trae Timothy -no olvidemos que “nació” como una suerte de vegetal-, este filme tiene un manejo muy prolijo de las imágenes, pero no logra firmeza en un guión en el que lo más realista es que el chico haya nacido como un repollo. Literalmente. Lugares comunes, resoluciones previsibles, y un grupo de personajes que los guionistas pensaron abusando de la dicotomía bueno/malo. Las actuaciones cumplen, aunque es difícil no pensar en lo desperdiciada que está Dianne Wiest.
El breve pero significativo paso por la vida, el coraje de ser diferente a pesar de todo, son otros de los temas que se tratarán en esta película lacrimógena, que apela a la emoción desde posturas bastante trilladas (los ojazos de CJ Adams se prestan fácil a las miradas lánguidas a lo gato de "Shrek").
Tal vez el peor defecto sea que, en su desarrollo de la historia, la película termina siendo excesivamente aleccionadora, como si buscara convertirse en el manual del padre perfecto.