La extraña vida de Timothy Green

Crítica de Matías Lértora - Cines Argentinos

Hay que tener en cuenta algo fundamental antes de entrar a una sala de cine a ver La extraña vida de Timothy Green, y es que no se trata de una película para chicos bajo ninguna circunstancia.
Pero es fácil resultar engañado, no solo por el sello Disney sino por lo inocente de su poster y lo que se puede ver en el trailer.
A priori, la película parece contar la fantástica historia de una pareja que no puede concebir hijos y que por algo no explicado “les nace” uno de la tierra a raíz de una caja con deseos que habían enterrado, o sea, lo siembran.
No hay nada malo con lo bizarro de la historia, de hecho muchas películas fueron excelentes con premisas aún más extrañas, el problema de esta es el desarrollo.
Parecería que el director Peter Hedges no pudo ponerse de acuerdo consigo mismo sobre el tono del film, que atraviesa lo fantástico para luego pasar de la comedia hacia el melodrama de lo más lacrimógeno.
También pese a ser un gran guionista (aquí también escribe) como lo ha demostrado con obras tales como ¿A quién ama Gilbert Grape? (1993) y About a boy (2002), en este caso la historia tiene muchas falencias e inconsistencias.
Tampoco hay aspectos técnicos para destacar dado que ni la fotografía, ni la edición o siquiera la música logran aportar una arista algo más rebuscada a la cinta.
Lo mismo ocurre con el elenco. Jennifer Garner prácticamente interpreta el mismo papel que hizo en Juno (2007) solo que un poco más básico. Y queda claro que Joel Edgerton, quien hace de su marido, ocupa ese lugar porque actores de mayor nombre rechazaron la propuesta.
Del chico que encarna al personaje sobre el cual la película lleva su nombre, un joven actor llamado CJ Adams, hay que hablar maravillas si se los compara con sus compañeros porque logra lo propuesto: transmitir desazón (queda claro que no hubo intención en transmitir alegría en ningún momento).
De la conjunción de todos estos elementos se logra una película sin razón de ser más que deprimir al espectador.