La extorsión

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

La pregunta que últimamente no nos hacen, pero nos hacían en los aeropuertos antes de presentar la valija -¿La armó usted o se la armaron?, o ¿Alguien le entregó algo para llevar?- nunca se la hacen a Alejandro Petrossián (Guillermo Francella) en La extorsión, una película que es más de suspenso que un thriller.

Se entiende: el hombre es piloto de avión, pero si le hicieran alguna de aquellas preguntas, estaría en problemas.

El carrion que está llevando últimamente no lo armó él, y sí, le entregaron o le pusieron algo allí para que llevara.

¿Cómo llega Alejandro a esta situación inesperada? Fácil. Un día dos agentes de la Policía aeroportuaria lo van a ver a su casa, y le piden que los acompañe. A él le extraña, pero tranquiliza a su esposa Carolina, que es auxiliar de vuelo (Andrea Frigerio) y va al aeropuerto de Ezeiza, donde lo entrevista un tal Saavedra (Pablo Rago).

Secretos compartidos
Bueno, Saavedra y su gente no son de la Policía Aeroportuaria sino del Servicio de Inteligencia. Ellos saben dos cosas de Alejandro: ocultó una leve disminución auditiva en su examen de aptitud física, que confeccionó una doctora que, ahí viene la segunda cosa, fue su amante.

Lo primero lo puede dejar fuera de su trabajo, a poco de retirarse por jubilación; lo segundo, lo puede dejar afuera de su casa, si su mujer se entera.

Así que la extorsión del título se cobra de inmediato su víctima.

Pero no la única.

Claro, Ale no es el único al que agarraron con algún pecado que no ha sido expiado o perdonado. Ahí está su compañero de trabajo, que encarna Guillermo Arengo, transportando un carrion similar, con la misma calcomanía de una vaquita.

¿Cómo zafar, más cuando quien sí es de la Policía aeroportuaria (Carlos Portaluppi, que tras ser uno de los jueces de la Corte Suprema en Argentina, 1985, vuelve a ser incorruptible), lo descubre y le pide que denuncie a Saavedra y al resto de la Primera Junta, perdón de los Servicios de inteligencia.

El único asunto con La extorsión es que, tras una primera hora que engancha, en la que el espectador es bien llevado al centro de la trama, escrita por Emanuel Diez (las series El encargado, con Francella, y Nada, de Cohn y Duprat por estrenarse) tiene algunas resoluciones algo menos convincentes.

No importa. El elenco es solvente, sólido. A los mencionados hay que agregar a Alberto Ajaka, que es el tipo que recibe siempre en Madrid a Alejandro, a Mónica Villa y a la recientemente fallecida Julieta Vallina.

Usted no tiene por qué saberlo, pero detrás de La extorsión hay una combinación de productores que incluyen a Juan José Campanella, Axel Kuschevatzky, Tomás Yankelevich y Hernán Musaluppi. La estrena una multinacional (Warner Bros.) y en seis semanas seguramente esté en el streaming de HBO Max, como sucedió con Ecos de un crimen, En la mira y Un crimen argentino, todos thrillers o filmes de suspenso como La extorsión, que probablemente esta Semana Santa dé otro batacazo para el cine nacional.