La estrella de Belén

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

La estrella de Belén narra la clásica historia que da origen al cristianismo, y en sí a la navidad, desde el punto de vista de la animación para niños. Confundiendo a este público por un sector al que le cuesta entender cuestiones simples.
Nuevamente se presenta en cartelera otro título de corte puramente evangélico, aleccionador. Lo que hace algunos años comenzó como acontecimientos especiales, promocionados por las propias iglesias evangélicas, y en salas y funciones particulares durante no más de una semana. Fue adquiriendo con el tiempo, carácter de estrenos regulares, y pertenecientes a las grandes distribuidoras, que no hacen ningún tipo de distinción frente a estas películas.
Affirm Films no es más que otra de las subsidiarias de Sony Pictures, pero esta tiene la particularidad de producir películas de corte religioso (según ellos, películas con altos contenidos morales, pero en fin). De la mano de esta llega La estrella de Belén, por lo cual no puede decirse que estamos frente a algo de bajo presupuesto o escasos recursos.
Sin embargo, lo primero que notaremos en La estrella de Belén es la importante baja en la calidad dela animación, bastante por debajo de la media, más aún, de las películas animadas de grandes estudios.
No hay demasiadas texturas, todo se nota bastante plano, y sin en los animales se disimula un poco por lo caricaturesco, en la animación de humano, la precariedad es más notoria.
En definitiva, lo que se nos cuenta no es ni más ni menos que el mayor nacimiento de todos los tiempos, el de Jesús. Pero claro, visto desde una mirada paralela, a través de un ser secundario.
El protagonista es Boo, un burro cansado de su rutina alrededor del molino. Un día se decide a abandonar el lugar y guiado por la famosa estrella guía que señala el lugar en que ocurrirá aquel especial evento, emprende un viaje que lo llevará a reunirse con otros animales.
En particular, en el viaje se unirá a la oveja Ruth, extraviada de su rebaño, y a la paloma Dave con un ímpetu demasiado alto.
Sí, el guion no es decididamente inspirado, y esperen a ver el modo en que presenta la mayoría de las situaciones.
Todo es una puesta básica contar lateralmente la historia que realmente les interesa contar, y de paso, presentar personajes carismáticos, y que cada uno cumple con una función acorde a poder bajar la línea moral de modo directo.
El director novel Timothy Reckart, y los guionistas Carlos Kokin (cuyo único antecedente es Río 2, sí, aquella que nadie recuerda) y Simon Moore (otro novel), se encargan de dejar todo subrayado. De proporcionar diálogos que suenan a rases para el tráiler, y que directamente faltaría que nos hagan un guiño a cámara para ver si entendimos lo obvio que nos están queriendo decir.
Desde la animación también se plaga de imágenes alusivas, y si bien se pretende dar un ambiente dehumor similar al de las películas actuales, con mucho desparpajo, inmediatamente se nota que todo está mucho más calculado y medido que en cualquier otra película.
No es esta la primera vez que se intenta hacer animación religiosa, en décadas pasadas fueron famosas en televisión series que presentaban diferentes hechos bíblicos con mensajes aleccionadores. La diferencia es que aquellos no ocultaban su ferviente devoción y se sabía que estábamos viendo algo craneado por las iglesias.
También está el caso de El príncipe de Egipto, que utiliza la historia de Noé, y más allá de algún mensaje tradicional, no intenta inculcar ideas de un religión en particular. Es simplemente un film de animación más, realizado con una gran calidad para la época.
El problema de La estrella de Belén no es su mensaje religioso, es el mismo que el de todas este tipo de películas, que anteponen el mensaje a la película en sí. Traduciéndose esto en un guion pobre, en un remarcado innecesario, y en un tratamiento del lenguaje para un público con problemas básicos de comprensión.
Aquellos que pretendan que sus niños crezcan con los valores religiosos adecuados, bien pueden llevar a los mismos a la misa cualquier día de la semana; y después, cuando vayan al cine, optar por algo de mejor factura que este simple folleto.