La espuma de los días

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Al club de los infilmables

Michel Gondry es un hombre dado al riesgo, pero la adaptación de un texto de Boris Vian lo volvió alguien de temer. Como Naked Lunch de William Borroughs, L’Ecume des jours pertenece al club de los infilmables; el primer error fue de David Cronenberg, ahora le tocó al francés. Obvio, el hombre tropieza dos veces. Colin (Romain Duris) habita un mundo de hombres disfrazados de animales, objetos animados, cocineros que se pasan recetas por monitores, piernas que se alargan, manos que giran y un novelista gurú llamado Jean-Sol Partre. La parodia se extiende con maniquíes, una aparición pública similar a la beatlemanía y hasta la inclusión de un actor, Gad Elmaleh, parecido a, obvio, Sartre. Luego Colin encuentra a Chloe (Audrey Tautou), se casan en una basílica con aviones dentro llamados Jetsus, y la farsa, pese al puntillismo de la adaptación, no tiene la sustancia disparatada del texto. L’Ecume des jours es vagamente contemporáneo (y totalmente consanguíneo) de Zazie dans le metro, el gran film de Louis Malle sobre un libro de Raymond Queneau; pero el trabajo de Gondry resulta afín a delirios contrahechos como Bunny and the Bull, de Paul King; Repo Chick, de Alex Cox, o The Zero Theorem, de Terry Gilliam.