La espuma de los días

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

Luego de brindar una de las adaptaciones de cómics más retardadas que se hicieron en los últimos años, como fue esa aberración infame llamada El avispón verde (elogiada por críticos que creen que el Pulp es una línea de yogures), el director Michael Gondry volvió a incursionar en las historias sentimentales que es donde más sobresale como cineasta.
Ya quedó demostrado que la acción y la aventura no es lo suyo, si bien en la película del Avispón gran parte de la responsabilidad del desastre fue de Seth Rogen y su estúpido guión.
En La espuma de los días Gondry presenta una adaptación de la novela homónima de Boris Vian, que ya había sido adaptada en el cine en dos oportunidades.
El cine francés brindó la primera versión en 1968 con Jaques Perrin (el director del documental Nómadas del viento) y más recientemente en el 2001 los japoneses, que les encantan las historias de amor desgarradoras y deprimentes, también adaptaron el libro en Chloe, que protagonizó Masatoshi Nagase, una de las figuras de El club del suicidio.
La versión de Gondry es claramente la interpretación más creativa e interesante que se hizo de esta obra por todo el soberbio despliegue visual que ofrece el director a la hora de trabajar los elementos surrealistas de esta propuesta.
Como buen cineasta de autor en este caso tomó la trama clásica de la novela de Vian y la hizo suya en una película que lleva su firma artística en cada fotograma.
Muchos medios le objetaron a Gondry el énfasis excesivo que puso en los aspectos visuales.
Si bien es cierto que la película ofrece un espectáculo de una opulencia visual considerable, este elemento es lo que hizo atractiva a una historia triste que se narró numerosas veces en el cine.
Una pareja joven se enamora y se casan. Ella al poco tiempo adquiere una enfermedad terminal y se empieza a morir.
Esos elementos surrealistas que eran parte de la novela original, con los que Gondry se hizo un festín (para rendirle por momentos un tributo al cine de Terry Gilliam), es el principal gancho de esta propuesta que podría haber sido otra historia triste de amor como Love Story.
El director en cambio apostó a convertir el relato en una experiencia visual apasionante que se disfruta de manera especial en una pantalla de cine.
La película está dividida claramente en dos segmentos.
La primera mitad donde se conocen los protagonistas y Gondry brinda algunas de las secuencias más hermosas y luego una segunda parte que se enfoca más en el drama y la tragedia.
No es un dato menor que el director selección una excelente pareja para los personajes principales como la dupla que formaron Audrey Tautou y Romain Duris (Las muñecas rusas), cuya química fue vital para que el espectador se conecte con los personajes.
Más allá de la saturación que presenta Gondry por momentos en la puesta en escena, La espuma de los días es una película que se llega disfrutar si uno está predispuesto aceptar el juego que propone el director desde las secuencia iniciales.
Tal vez no se recuerde entre lo mejor de su filmografía pero es un film que podrá se apreciado por los espectadores que se engancharon en el pasado con los trabajos más personales de este artista.