La esposa

Crítica de John Lake - Negro&White

Es conocido el dicho que detrás de un gran marido existe una brillante mujer, frase que puede ser muy bien aplicada al famoso director Alfred Hitchcock, que tenía a sus espaldas a su gran colaboradora y guionista Alma Reville, su sombra, su consejera, madre de su única hija, su guía. El autor de Psicosis (1960) era tan soberbio y narcisista como el escritor que compone Jonathan Price en la ficción basada en la novela The Wife de Meg Wolitzer. Por otro lado, Reville, fue marginada y cómplice de su marido al igual que Glenn Close en el film del sueco Björn Runge.

El argumento gira en torno al Premio Nobel que recibe a fines del siglo pasado un famoso novelista norteamericano, y los cuestionamientos que se hace su mujer luego de cuarenta años de convivencia. En un mercado como el de las editoriales, dominado por los hombres, una escritora cuenta con pocas posibilidades de ser leída y sus libros terminarán en una estantería sin siquiera ser hojeados.

Sus posibilidades de alcanzar el éxito son casi nulas, así se lo hace saber a la joven Joan (Annie Starke) otra literata, a cargo de Elizabeth McGovern, en una breve intervención. Enamorada de su marido y decidida a preservar su relación, resigna a su talento como escritora para colocarlo al servicio de su pareja. Así se convierte en una especie de “Ghostwriter” que conducirá a Joe Castleman (Price) a un pedestal que no le pertenece.

El guión, pleno de frases incisivas que surgen como dardos entre los interlocutores, junto a las actuaciones, son los pilares de un film en el que importan las palabras y la gestualidad como reflejo de un mundo interior. Christian Slater compone de forma impecable a un frustrado escritor que en vano persigue al premiado para escribir su biografía. Filoso, adulador y pegajoso intenta ganarse la confianza de la esposa para que le revele el secreto que intuye.

Jonathan Price se siente cómodo y seguro como el marido infiel necesitado de aprobación, que vive en la falsedad mientras recibe galardones y elogios que alimentan su ego. Por último, Glenn Close, en una intervención plena de sutilezas y miradas que son el reflejo de su alma. Mediadora, fiel, paciente, humilde, fuerte cuando las circunstancias lo imponen, son múltiples los roles y los desafíos que le propone el texto. Para cada uno de ellos la protagonista de Albert Nobbs (Rodrigo García – 2011) tiene la expresión justa, el énfasis adecuado que permiten al espectador compartir sus sentimientos alterables. Un “tour de force” para disfrutar a pleno. Una esposa que eligió el sacrificio, en vez de la rebeldía de la famosa escritora francesa de principios de siglo XX, Colette.